Recuperan el anillo que salvó una vida hace 70 años

CAROLINA DEL NORTE, EU, ago. 19, 2013.- Después de un año y medio detrás del alambre de púas como prisionero de la Segunda Guerra Mundial, el segundo teniente de la fuerza aérea de Estados Unidos, David C. Cox, estaba a punto de morir por falta de agua y alimentos.

 

Las entregas de paquetes de la Cruz Roja al campo de concetración de los nazis donde estaba preso casi habían cesado y el co-piloto del Ejército de EU, y sus compañeros prisioneros de guerra, subsistían con escasas raciones de sopa y agua infestadas de insectos.

 

Muriendo de frío y hambre, Cox tomó una decisión que le salvó la vida. Se deslizó el anillo de oro de uno de sus dedos y se lo dio a un prisionero de guerra italiano a través de la cerca quien le devolvió un par de barras de chocolate.

 

A partir de ese día jamás volvería ver el anillo que estuvo desaparecido durante 70 años.

 

La semana pasada, una docena de familiares y amigos de David C. Cox se reunieron en la sala de su casa de Raleigh, para ver el momento en que su hijo David de 67 años, desenvolvió un pequeño paquete amarillo procedente de Alemania para sacar una caja de plástico.

 

“Y aquí está,” dijo con un suspiro mientras sacaba el anillo que su padre había entregado a cambio de su vida. “Oh, Dios mío… Yo pensé que nunca iba a suceder” dijo.

 

Tras el ataque japonés de diciembre de 1941 en Pearl Harbor, el mayor Cox dejó la universidad y se alistó. El Cuerpo Aéreo del Ejército le aceptó en su segunda solicitud.

 

Se graduó de la escuela de vuelo el 26 de julio de 1942. Ese mismo día, se casó con su novia de la secundaria, Hilda Walker.

 

Para celebrar el compromiso, sus padres Irvin y Connie Cox le regalaron un anillo de la fuerza aérea adornado con una hélice y las alas planteadas.

 

En el interior, grabado, estaban las palabras: “Madre y Padre David C. Cox Greensboro, Carolina del Norte”, y los números 10-4-18-42 – su cumpleaños y el año en curso.

 

Cox fue asignado al grupo bombardero de la Fuerza Aérea “Mighty Eighth”, y en octubre ya estaba en Inglaterra.

 

Como co-piloto de un B-17, Cox realizó más de una docena de misiones sobre la Francia ocupada y el corazón alemán.

 

Fue condecorado con la Cruz de Vuelo Distinguido por ayudar a recuperar su avión en llamas: En 1943 durante una batalla, perdió a la mitad de su tripulación de 10 hombres.

 

El 28 de julio de 1943, el avión de Cox fue derribado en Kassel, Alemania. Se lanzó en paracaídas en un jardín de rosas, fue hecho prisionero, interrogado y luego enviado a Stalag Luft III, el campo de prisioneros de guerra que hizo famoso Steve McQueen en la película “El Gran Escape”.

 

Allí permaneció hasta enero de 1945, cuando él y los demás oficiales aliados marcharon tres días a través de la nieve antes de acabar en Stalag VII-A cerca de Moosburg, al noreste de Munich.

 

El 28 de abril de 1945, la División Blindada del general George Patton liberó el campo, y Cox, quien fue promovido a teniente antes de regresar a Carolina del Norte.

 

Comenzó una empresa de equipos para re encarpetar neumáticos con su hermano, y él y su esposa Hilda tuvieron tres hijos.

 

A su regreso de la guerra, una de las primeras cosas que hizo fue encargarle a un joyero un duplicado exacto de su anillo preciado con inscripción y todo.

 

Cuando murió, en 1994, la réplica pasó a manos de su hijo, David Jr., quien la usó hasta que terminó por romperse.

El Destino

Y lo que son las cosas, otros dos estadounidenses, Mark y su esposa Mindy Turner, se trasladaron a la pequeña localidad bávara de Hohenberg hace un año para que él pudiera tomar un trabajo como controlador de tráfico aéreo en la instalación del Ejército de los EU, cerca de Ansbach.

 

A principios de este mes, la pareja aceptó una invitación a cenar a casa de sus vecinos, Martín y Regina Kiss.

 

A sus 64 años, maestro pintor de iglesias, Martin Kiss es también un artista experto, y después de la cena le mostró su estudio a la pareja y al final, mencionó que tenía algo más que le gustaría que vieran.

 

Kiss regresó con un anillo de oro y luego contó una historia acerca de su familia de origen húngaro.

 

Dijo que un soldado ruso en su camino a casa después de la guerra cambió el anillo por alojamiento y comida. La abuela se lo dio a Martín Kiss cuando se trasladó a Alemania en 1971, para la suerte, o por si necesitaba algo de dinero rápido.

 

Kiss llevaba con orgullo el anillo en su meñique y siempre supuso que debió haber pertenecido a un soldado estadounidense en la Segunda Guerra, pero no sabía cómo localizar a su dueño.

 

Kiss dejó de usar el anillo y lo colocó en una botella de vidrio con corcho con una vieja moneda y una cadena de oro.

 

Sin embargo, nunca dejó de pensar en el dueño original, y ahora, con otros dos estadounidenses con conocimientos informáticos en su casa, decidió que era el momento para tratar de encontrarlo.

 

Su vecino Mark Turner se puso en línea a su regreso a casa y a los 20 minutos de búsqueda dio el golpe de suerte.

 

Encontró en una tesis de la Universidad Estatal de Carolina del Norte de 2005, el diario de guerra de David C. Cox Sr., el nombre en la inscripción del anillo.

 

Y allí, en la página 179, se describía la anécdota del cambio del anillo por las barras de chocolate.

 

Después de todos esos años, este ciclo épico del anillo había terminado.

 

“Simplemente parecía que no podía ser verdad”, dice Turner, quien envió una fotografía del anillo por correo electrónico a  David Cox quien estaba sorprendido con el hallazgo.

 

Después de unos cuantos correos electrónicos y llamadas telefónicas, el anillo estaba en camino a los Estados Unidos.

 

Sosteniendo la joya en la mano después de abrir el paquete, el hijo del piloto lloró emocionado.

 

Kiss, cuyo abuelo pasó varios años en un campo soviético durante y después de la guerra – dijo en una entrevista telefónica que su único pesar es que David Cox, padre, y su abuela no estaban vivos para compartir el final feliz de la historia.

 

 

Els

Mark Turner y su vecino Martin Kiss mostrando fotos del anillo