Las anécdotas de García Márquez

CIUDAD DE MEXICO, México, 16 Abr. 2015.- En la vida de Gabriel García Márquez abundaron las anécdotas Unas afortunadas y otras no tanto, siempre fueron contadas con la mejor cara La publicación de algunas de sus novelas habría sido una coincidencia.

 

“Me interesaba escribirla, no tenía interés en publicarla y un día llego un editor, o alguien que editaba libros, y me dijo: que le habían dicho que yo tenía un libro, y abrí la gaveta y se lo di, y se me olvidó por completo, 3 o 4 meses después me llamaron por teléfono de una imprenta, creo que era en Bogotá, cuando yo trabajaba en periodismo, para decirme que mi libro estaba impreso pero que el editor no aparecía porque, creo que había tenido algunos problemas económicos y no lo encontraban por ninguna parte, entonces yo hablé a mis amigos libreros y a mis amigos periodistas y les expliqué qué estaba pasando y entonces ellos, los libreros, los periodistas, hacían las notas y los libreros fueron a la imprenta y compraban directamente en la imprenta el libro y lo vendían, ese es el primero ese es La Hojarasca”.

 

 

En más de una ocasión, Gabo dijo que lo peor que le puede pasar a un hombre sin vocación para el éxito literario es, justamente, publicar una novela con ventas millonarias Cuando recibió el premio nobel de literatura 1982, se habría agravado su pesar Alguna vez, lo confundieron con otro escritor y él lo tomó con buen humor Al llegar a México pasó carencias por lo que tuvo que trabajar haciendo casi de todo.

 

“Yo viví en México 8 años de incógnito, eso fue lo que yo hice en los 8 años que viví en México desde 1960 hasta creo 1968, trabajé, hice de todo para poder seguir escribiendo: trabajé haciendo revistas, trabajé haciendo publicidad, en fin, en muchas cosas, inclusive haciendo guiones de cine clandestino”.

 

 

A principios de los 60, renunció a su labor periodística en México, donde trabajó en publicaciones de poco alcance como Sucesos y La Familia Entonces, se incorpora de nueva cuenta a la filial en México de la agencia de publicidad Walter Thompson Meses después, empieza a trabajar en la agencia publicitaria Stanton En 1965, retoma su trabajo literario y continúa con un antiguo proyecto: La casa, casi dos años más tarde, se convirtió en Cien años de soledad.

 

 

 

Mario Villanueva Solorio