Eduardo Matos: Y Gamio tenía razón…

En diciembre se rindió un homenaje a Manuel Gamio en el Templo Mayor

Foto: INAH

CIUDAD DE MÉXICO, México, mar. 3, 2015.- Con las excavaciones del Proyecto Templo Mayor, que arrancaron a finales de la década de los años 70 del siglo XX, el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma comprobó la hipótesis planteada por su predecesor Manuel Gamio en 1914, de que en las inmediaciones de las calles de Seminario y Santa Teresa, hoy Guatemala y Argentina, se encontraba el edificio principal de los mexicas.

 

Eduardo Matos Moctezuma, investigador emérito del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), dictó la conferencia magistral Y Gamio tenía razón, en la cual destacó que el arqueólogo fue el primero en determinar la verdadera localización del Huey Teocalli.

 

El responsable del Proyecto Templo Mayor recordó que, tras la conquista militar, Hernán Cortés y sus huestes borraron todo vestigio del Huey Teocalli, porque sabían que representaba el poder político y religioso del pueblo mexica.

 

El conquistador español arrasó hasta los cimientos de la última etapa constructiva del Templo Mayor, por lo que hasta el siglo XX no se sabía de su ubicación exacta; incluso el arqueólogo Leopoldo Batres cuando estaba rescatando el drenaje colonial en la entonces calle de Las Escalerillas especulaba a principios de 1911 que el Huey Teocalli se encontraba bajo la Catedral Metropolitana, sin saber que estaba encontrando parte de la edificación.

 

Sin embargo, en 1914, Gamio empezó a excavar y descubrió almenas, cráneos humanos y una escultura con la forma de una cabeza de serpiente. Esas piezas le dieron la certeza de que ahí estaba el Templo Mayor y tenía razón, sólo que eran vestigios de la tercera y cuarta etapa constructiva, como pude confirmar durante los trabajos que realicé entre 1978 y 1982, explicó Matos.

 

El autor de Vida y muerte en el Templo Mayor abundó que Manuel Gamio también fue pionero de las investigaciones multidisciplinarias, ya que invitó al biólogo Moisés Herrera para que le ayudara a identificar el tipo de serpiente representada que encontró.

 

El experto señaló que no sólo los arqueólogos se interesaron por la ubicación y disposición de los edificios del Recinto Sagrado, sino también los arquitectos, quienes plasmaron en dibujos y planos sus versiones del Templo Mayor.

 

En 1935, el arquitecto Ignacio Alcocer trazó un plano con algunos detalles que mencionaban los cronistas. Posteriormente, Luis González Aparicio elaboró un plano en el que incluyó el lago de Texcoco y sitios arqueológicos como Tlatelolco y Tenochtitlan. Finalmente, Ignacio Marquina lo pintó en numerosas acuarelas y construyó una maqueta con todo y los adoratorios.

 

Matos Moctezuma añadió que el Huey Teocalli tenía un simbolismo especial para los mexicas, quienes lo consideraban como el centro del universo, desde donde partían los cuatro rumbos del universo, y podían subir a los niveles celestes y bajar al inframundo.

 

Tras el hallazgo de la Coyolxauhqui en 1978, empezó el rescate del Recinto Sagrado. El entonces director del INAH, Gastón García Cantú, le encomendó el Proyecto Templo Mayor a Eduardo Matos, quien reunió la información histórica antes de cuadricular el área y proceder a la excavación.

 

Poco a poco, con apoyo de un equipo multidisciplinario, fueron apareciendo restos del monumento y de los adoratorios de Tláloc, dios de la fertilidad, la vida y la producción agrícola; y al lado norte, Huitzilopochtli, deidad de la guerra, la imposición de un tributo, con lo que se ratificó el dicho de Gamio, resaltó Matos.

 

Con la ponencia Y Gamio tenía razón…, concluyó el ciclo de conferencias que se organizaron con motivo de la exposición temporal 100 años del Templo Mayor. Historia de un descubrimiento, que permanecerá en el Museo del Templo Mayor hasta abril.

 

MACO