El nuevo libro de Haruki Murakami

CIUDAD DE MEXICO, México. 27 Feb. 2015.- En una reciente entrevista con The New Yorker, el escritor nacido en Kioto en 1949, describió el sentido del libro de la siguiente manera: “Lo que deseo transmitir es, en una palabra, el aislamiento y lo que éste implica emocionalmente… El título hizo presa en mí. Cada relato surgió de las vibraciones producidas por el título”.

 

Dos de esos títulos fueron inspirados en canciones de The Beatles: “Drive My Car” y “Yesterday”. Los demás títulos son: “Un órgano independiente”; “Sherezade”; “Kino”; Samsa enamorado” en el que rinde homenaje a Kafka y finalmente el que da nombre al libro: “Hombres sin mujeres”.

 

El autor, que hace un mes sorprendió al mundo al abrir un consultorio sentimental en internet, reflexiona en todos estos relatos sobre la soledad que se experimenta antes, después o incluso durante una relación amorosa.

 

El dolor o el recuerdo de una pérdida, la incapacidad para la comunicación con la pareja, el amor no correspondido o el desconocimiento del afecto y del sexo son algunos de los temas tratados en esta colección de historias.

Por ejemplo, en Drive my car, el lector se encontrará con un actor contrata a una joven chófer que, poco a poco, discretamente, se convertirá en su confidente y le ayudará a enfrentarse a los fantasmas del pasado.

 

En Yesterday, un estudiante universitario conoce a quien pronto se convertirá en su amigo, y a la novia de éste. Todo cambia cuando el amigo hace al protagonista una propuesta inesperada.

 

Un órgano independiente cuenta la historia de un prestigioso cirujano que nunca se ha casado, aunque jamás le han faltado aventuras ni mujeres. Una de ellas, sin embargo, provocará un vuelco en su vida.

 

En Sherezade, un hombre que por motivos misteriosos vive recluido, inicia una curiosa relación con la mujer que cuida la casa.

 

Kino narra el caso de un hombre que, tras una infidelidad de su mujer, decide abrir un bar; Samsa enamorado es un remake de la afamada Metamorfosis de Kafka en el que Gregor Samsa recibe una inesperada visita mientras las calles parecen tomadas por un ejército.

 

Por último, Hombres sin mujeres es la historia de un hombre al que le comunican por teléfono que su mujer se ha suicidado, lo que le convierte en el segundo hombre más solo del planeta.

 

He aquí un breve fragmento:

    Hasta entonces, Kafuku se había subido a un coche conducido por una mujer en varias ocasiones y, a su modo de  ver, la manera de conducir de las mujeres podía clasificarse  básicamente en dos tipos: o un poco demasiado brusca o un  poco demasiado prudente. Por suerte, esta última era mucho más frecuente que la primera. En términos generales,  ellas conducen con mayor prudencia y cuidado que los  hombres. Desde luego, uno no tiene derecho a quejarse de que alguien conduzca con prudencia y cuidado. Sin embargo, a veces esa forma de conducir puede exasperar a los demás conductores.

 

    Por otro lado, da la sensación de que muchas de las  conductoras que pertenecen al bando brusco se creen que ellas conducen bien. Se burlan de las conductoras excesivamente prudentes y se enorgullecen de no ser como ellas. Pero, cuando realizan un cambio de carril temerario, no parecen darse cuenta de que algunos de los conductores que las rodean sueltan suspiros o improperios mientras se ven obligados a utilizar el freno más de lo habitual.

 

    También hay, por supuesto, quien no pertenece a ninguno de los dos bandos. Son mujeres que conducen con total normalidad, ni con demasiada brusquedad, ni con demasiada prudencia. Entre ellas, las hay bastante hábiles conduciendo. Sin embargo, incluso en esos casos, por una u otra razón Kafuku siempre notaba en ellas cierta tensión. No podría explicar de qué se trata en concreto, pero cuando va sentado al lado de la conductora percibe una falta de fluidez que le impide sentirse a gusto. La garganta se le reseca o se pone a hablar de cosas triviales e innecesarias para romper el silencio.

 

    Obviamente, entre los hombres también hay quienes conducen bien y quienes no. Pero, por lo general, no le transmiten tensión. No es que vayan relajados. Seguramente también estén tensos. No obstante, parecen saber cómo separar de modo natural tal vez inconscientemente dicha tensión de su talante. A la vez que prestan atención a la conducción, charlan y obran con un nivel de absoluta normalidad. En resumen: una cosa es la tensión y otra el talante. Kafuku desconoce dónde radica esa diferencia.

 

    Pensar separadamente en los hombres y las mujeres no es algo que suela hacer a diario. Apenas nota diferencias en las competencias en función del sexo. Su profesión lo obliga a trabajar con el mismo número de mujeres que de hombres y, de hecho, se siente más cómodo al trabajar con ellas. Por lo general, están atentas a los detalles y saben escuchar. Pero, en lo que concierne a conducir, cuando se sube en un coche pilotado por una mujer, en ningún momento deja de ser consciente de que es una de ellas la que lleva el volante. Esta opinión, sin embargo, nunca se la ha expresado a nadie. No le parece un tema apropiado para hablar con los demás.

 

    Por eso, cuando le contó que buscaba un chófer particular y Oba, el dueño del taller, le recomendó a una joven, Kafuku fue incapaz de mostrarse contento. Al reparar en su expresión, Oba sonrió. Como si le dijera: Sé lo que piensas.

 

    Escuche, señor Kafuku, le aseguro que esta chica conduce bien. Se lo garantizo. Si quiere, ¿por qué no queda con ella, aunque sea una vez, y la conoce?

 

    Está bien. Si tú lo dices… repuso Kafuku. Necesitaba un chófer lo antes posible y Oba era un tipo de confianza. Ya hacía quince años que se trataban. Por su aspecto, Oba recordaba a un diablillo de pelo duro como el alambre, pero, en lo tocante a coches, seguir sus consejos era ir a lo seguro.

 

    Por si acaso, le echaré un vistazo al alineado de la dirección y, si no encuentro ningún fallo, creo que podré entregarle el coche en perfecto estado pasado mañana a las dos. Ese día avisaré a la chica para que venga, así que ¿qué le parece si lo lleva a dar una vuelta de prueba por esta zona? Si no le convence, no tiene más que decírmelo. Conmigo no hace falta que se ande con reparos.

 

    ¿Qué edad tiene?

    Creo que veinticinco. Aunque todavía no se lo he preguntado reconoció Oba. Luego frunció un poco el ceño. Bueno, como acabo de decirle, al volante es irreprochable, pero…

 

    Pero ¿qué?

    Pues que… ¿cómo decirlo?, tiene algún defectillo.

    ¿Por ejemplo?

    Es antipática, callada y fuma como un carretero explicó

    Oba. Cuando la vea, se dará cuenta de que no es precisamente la típica chica maja. Apenas sonríe. Y, para serle franco, creo que es un poco feúcha.

 

    Eso no importa. Si fuera una belleza, me pondría nervioso y, además, no quiero dar pie a rumores.

 

    Entonces creo que es perfecta.

 

 

Els