Maravilla ‘Códices de México’ a directores de museos de arte

CIUDAD DE MÉXICO, México, ene. 26, 2015.- En la cuenta regresiva para admirar por única ocasión 44 códices que son considerados Memoria del Mundo, los cuales el INAH ha reunido en un sólo lugar: el Museo Nacional de Antropología (MNA), miembros de la Asociación de Directores de Museos de Arte (AAMD, por sus siglas en inglés) visitaron este importante recinto y recorrieron la exposición que finalizará el 1 febrero, experiencia que varios de ellos calificaron de extraordinaria.

 

Los integrantes de esta asociación que agrupa a titulares de museos de arte de Estados Unidos, Canadá y México, disfrutaron Códices de México, memorias y saberes, muestra con la que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) conmemora 75 años de su fundación y el emblemático recinto festeja su 50 aniversario.

 

El Códice Chimalpahin y Obras históricas de Fernando de Alva Ixtlixóchitl, piedra de toque de la historiografía mexicana devuelta a nuestro país gracias a gestiones realizadas por el INAH, fue el corpus que dio inicio al recorrido por las antiguas culturas mesoamericanas, cuyos conocimientos fueron recuperados y plasmados en este manuscrito durante la Colonia.

 

Para Julián Zugazagoitia, director del Museo de Arte Nelson-Atkins, con sede en Kansas City, espacio que alberga cerca de 35 mil piezas, lo mismo etnográficas que de arte decorativo, pintura europea de la Edad Media al siglo XIX, así como arte moderno y contemporáneo; la belleza y la relevancia universal de los documentos expuestos en Códices de México, hacen de ellos obras de una vigencia absoluta.

               

“Con gran emoción los miembros de la AAMD descubrimos estos códices que son parte esencial de la historia de México. El verlos con una museografía tan atinada y limpia nos lleva a la reflexión, creo que estos documentos nos remontan a una cultura dominada por la imagen, y hoy gracias a la tecnología es posible que los jóvenes se identifiquen con estas obras que podríamos llamar casi logos”.

 

Los formatos de los códices, algunos de libro, otros de biombo o extendidos como lienzos, dijo, “son nociones completas, elementos iconográficos que hoy los jóvenes reconocen dentro de una narrativa o como símbolos en una app. Leyéndolos desde esa perspectiva tienen un gran valor para acercarnos a culturas y tradiciones ancestrales”.

 

En opinión de Julián Zugazagoitia, el corpus de códices reunidos en la muestra permite observar en sus diferencias estilísticas, la progresión histórica. Mientras las deidades y las hazañas de guerreros dominan los lienzos de códices prehispánicos, como el Tonalámatl de Aubin y el Colombino, la combinación de caracteres latinos con personajes indígenas y españoles, hablan de la confluencia de dos mundos y el reacomodo a una nueva realidad.

 

El Códice García Granados llamó la atención del director del Museo de Arte Nelson-Atkins, por ser una obra que contiene tres universos gráficos tan distintos para narrar una sola genealogía (en este caso de la nobleza indígena con los españoles), empezando con un orden lineal que llega a un círculo casi cósmico, luego se despliega sobre las pencas de un nopal a manera de un árbol de la vida, para después terminar con heráldicas.

 

Sobre la belleza y contenido de este pictograma coincidió Héctor Rivero Borrell, director del Museo Franz Mayer, de la Ciudad de México, para quien el Códice García Granados expresa un sincretismo, un linaje que continuó a pesar de las múltiples consecuencias que trajo la Conquista española.

 

Destacó la herencia dejada por los tlacuilos (“el que escribe pintando”) al registrar sobre piel de venado, papel amate, de maguey o papel europeo, una serie de pasajes que de otra manera no hubieran llegado hasta nuestros días. En este sentido, resaltó las condiciones de conservación en que los códices se exponen en la Sala de Exposiciones Temporales del MNA, donde el aire acondicionado cuenta con filtros que impiden el paso de contaminantes, la temperatura se controla a través de 16 sensores digitales y las luminarias LED no emiten calor.

 

Entre el público de la AAMD que visitó Códices de México, se encontraba Jackie Terrassa, responsable de Programación Pública del Museo Metropolitano de Arte (Met) de Nueva York, quien consideró fascinante el relato de sucesos históricos y de territorios en un lenguaje netamente visual que brindan los antiguos documentos, así como su contenido, algunos de ellos tan cercanos a la realidad contemporánea, como el caso de los dedicados a las tributaciones que pagaban los pueblos.

 

“He visto el trabajo de artistas contemporáneos que usan formatos muy cercanos al de los antiguos códices, pero nunca había tenido la oportunidad de ver tal cantidad de originales reunidos en un sólo lugar, en una puesta que mantiene balance entre la estética y la didáctica”.

 

Kevin Salatino, director de las Colecciones Arte de la Biblioteca Huntington, institución educativa y de investigación instalada en California, coincidió en que Códices de México representa una oportunidad excepcional para admirar juntos “los más grandiosos objetos de la cultura mesoamericana, en el museo más importante de Latinoamérica, que digo Latinoamérica, ¡de Norteamérica!”.

 

De entrada libre, el último día para recorrer Códices de México, memorias y saberes será el próximo 1 de febrero, tras lo cual volverán a su resguardo en la bóveda de seguridad de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia del INAH.

 

Con información del INAH

 

MACO