El INAH a 75 años de su fundación

CIUDAD DE MÉXICO, México, oct. 3, 2014.- La principal aportación del INAH a lo lardo de sus 75 años de existencia es la utilización de la investigación integral, al incorporar especialistas de diversas especialidades en sus proyectos, coincidieron en señalar arqueólogos e historiadores en la primera mesa del coloquio El INAH a sus 75 años. La visión de sus investigadores, donde hablaron de su crecimiento y labor dentro de este organismo cultural.

En el Auditorio Jaime Torres Bodet del Museo Nacional de Antropología, dentro de la mesa denominada Recuentos Históricos del INAH, que se realizó en el marco de la XXVI Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia, moderada por César Moheno, secretario técnico del INAH, el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, investigador emérito del Instituto, manifestó su entusiasmo por participar en esta celebración que permite hacer un recorrido por el devenir de la institución desde sus antecedentes.

Con 54 años de trayectoria en el Instituto, destacó el trabajo de Manuel Gamio, a principios del siglo XX, quien en la exploración del valle de Teotihuacan aplicó un proyecto teórico-práctico de investigación integral, en el que al día de hoy participa un equipo interdisciplinario de arqueólogos, lingüistas, geólogos, minerólogos, geógrafos, entre otros.

Esa idea integral es la que impera desde la fundación del INAH, como también se advierte en los proyectos que desarrollaron Jorge Acosta en Tula, Hidalgo; Alfonso Caso en Monte Albán, Oaxaca, y Alberto Ruz en Palenque, Chiapas.

El investigador emérito indicó que en los años 60 se impulsó el concepto de investigación integral con la creación de los laboratorios de prehistoria, fundados en esa década por José Luis Lorenzo, donde la labor de químicos, biólogos, geólogos y otros expertos contribuye a la modernización del trabajo arqueológico.

Con particular emoción, Matos Moctezuma se refirió al Proyecto Templo Mayor, que comenzó en 1978 con el hallazgo del monolito de la Coyolxauhqui y que desde hace 36 años se mantiene vigente. "Este proyecto es el que más publicaciones ha generado en la historia de la arqueología, con más de 400 fichas bibliográficas y la asignación de premios nacionales e internacionales a sus investigadores.

En su intervención, el arqueólogo Leonardo López Luján, quien desde los 14 años se integró al Proyecto de Templo Mayor, se refirió a la evolución del trabajo arqueológico desde los años 60 a la fecha, con base en el quehacer desarrollado en las tres T: Teotihuacan, Tula y Templo Mayor.

Expresó que la arqueología desarrollada por Ignacio Bernal en Teotihuacan en 1960-1962 es muy diferente a la de ahora. En aquel momento lo prioritario era la rehabilitación de las zonas de monumentos para la investigación y la visita pública, lo que dio paso a la transformación del rostro de esta zona arqueológica y se procedió a una restauración en algunos casos exagerada que hoy en día ya no se podría hacer.

En esa época, dijo, surgía otra manera de hacer arqueología, que tuvo como referente un encuentro realizado en Nueva York, donde se reunieron arqueólogos estadounidenses de primer nivel y acordaron estudiar Teotihuacan desde una perspectiva diferente.

Los expertos abordaron aspectos como la extensión del valle de Teotihuacan, el crecimiento de su población y la relación campo-ciudad, lo que dejó una huella indeleble en Eduardo Matos Moctezuma, que más tarde aplicó en sus proyectos arqueológicos en Tula y Templo Mayor, y amplió la visión de esta disciplina.

También, López Lujan se refirió al proyecto del Templo Mayor que complementó el conocimiento de México-Tenochtitlan con la recuperación de más de 30 edificios prehispánicos, más de 180 ofrendas y miles de objetos.

Muchos de los proyectos que realiza el INAH han cambiado diametralmente y ya no se concibe la arqueología como un quehacer individual, como una búsqueda de tesoros, sino que se desarrolla con una visión distinta en la que también se da preeminencia a la participación de restauradores para la conservación de este patrimonio para la posteridad, anotó el arqueólogo.

La investigadora emérita del INAH, Consuelo Maquívar, hizo un recuento de los 40 años que ha laborado en el Instituto, entre museos, libros y documentos. Dijo pertenecer a una generación privilegiada con maestros excepcionales, como Edmundo OGorman, Alberto Ruz, Miguel León-Portilla, Justino Fernández, Francisco de la Maza, Beatriz de la Fuente y Alfredo López Austin.

Ha sido un privilegio trabajar en los museos del Instituto y poder estudiar sus colecciones, de las que han salido numerosas exposiciones, como El pecado y las tentaciones en la Nueva España, Molinos novohispanos y Una mirada al barroco mexicano. El INAH me ha dado las oportunidades para desarrollarme como mujer y como profesionista. Ser parte de esta comunidad me ha dejado satisfacciones difíciles de describir.

En su participación, el historiador Salvador Rueda, director del Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, también con 40 años dentro del INAH, hizo referencia a los orígenes del museo, su acervo y el discurso que ha ido cambiando con el paso del tiempo, lo que ha quedado registrado en los murales de varios artistas para este recinto.

La función de los historiadores y de toda esta gama de trabajadores en el INAH debe estar guiada por el amor a nuestra historia; todos estamos comprometidos a que este rico patrimonio no se destruya, a que se conozca y sea un patrimonio de todos.

Finalmente, el historiador Carlos San Juan indicó que el INAH ha echado raíces en todo el territorio nacional, lo que hace que monumentos y zonas urbanas consideradas recientes ingresen al catálogo de monumentos históricos y zonas arqueológicas. El patrimonio cultural es un recurso estratégico que se autorrenueva y con ello las responsabilidades pero también la potencia de la cultura, finalizó.

MACO