Mario Moreno Reyes, ‘Cantinflas’, 103 años

CIUDAD DE MEXICO, México, martes 12 ago. 2014.- Hoy se cumplen 103 años del nacimiento de Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes, mejor conocido como Cantinflas.

 

Vio la primera luz en el barrio de Santa María la Ribera de la Ciudad de México en 1911, aunque la mayor parte de su infancia la pasó en Tepito.

 

De orígenes humildes, se enroló en una compañía de cómicos ambulantes y recorrió todo México actuando en carpas, pero antes, desempeñó varios oficios como bolero, cartero, taxista, boxeador y aprendiz de torero. Eso y su contacto con la gente de barrio, dicharachera y alburera, le ayudó a cosechar una serie de experiencias que le permitieron desarrollar ese sentido del humor que cautivó a generaciones enteras.

 

No hay una versión oficial del origen del sobrenombre de Cantinflas, pero según decía el escritor Carlos Monsiváis, Cantinflas se originó en una carpa cuando alguien le grito ‘cuánto inflas’.

 

Y es que un día en la carpa Ofelia olvidó su monólogo y a la hora de salir al público comenzó a decir lo primero que se le fue ocurriendo con una brillante incoherencia.

 

El público lo atacó y no faltó quien le gritará ‘cuánto inflas’ lo que se grabó en su mente y decidió convertir la frase en la palabra Cantinflas.

 

En 1930 era ya el cómico más famoso de México. En 1934 conoció a la actriz de origen ruso Valentina Subarev, con quien contrajo matrimonio y tuvo a su único hijo, Mario Arturo.

 

Su éxito en el género de la comedia fue tan grande en los escenarios populares que fue contratado para participar en diversas producciones audiovisuales, mismas que lo catapultarían a la pantalla grande por su talento histriónico y al teatro.

 

A mediados de los años 30, el joven Cantinflas decidió fundar su propia productora cinematográfica con el productor ruso, Jacques Gelman, con el que hizo filmes como ‘No te engañes corazón’. Sin embargo, no sería sino hasta 1940 cuando alcanzaría la fama a nivel nacional con su papel protagónico en la cinta ‘Ahí está en detalle’, una producción considerada como una de las mejores diez películas de México.

 

Dirigida por Juan Bustillo Oro, esta película le brindó la ocasión de fundar la compañía Posa Films, productora de ‘Siempre listo en las tinieblas’ (Always Read in the Darkness) y ‘Jengibre contra dinamita’ (Ginger versus Dynamite), fallidos intentos de penetrar en el mercado hollywoodiense.

 

Después sobrevendrían otros éxitos con producciones como ‘Ni sangre ni arena’, ‘Aguila o Sol’, ‘Los tres mosqueteros’, ‘Gran Hotel’, ‘Soy un prófugo’, ‘El mago’, ‘El Portero’ y ‘Entrega Inmediata’, por mencionar algunas cintas filmadas en blanco y negro que servirían de preámbulo para sus posteriores producciones a color como ‘El barrendero’, ‘El patrullero’, ‘El padrecito’, ‘El profe’, ‘El extra’ y ‘El señor doctor’.

 

A partir de su debut en la película Ahí está el detalle, el actor, con sus casi cincuenta filmes batió récords de recaudación en las salas de exhibición hispanoamericanas durante tres décadas seguidas.

 

Su formidable talento para la comedia hizo que varias de sus cintas fueran traducidas al inglés y al francés, aunque sus juegos complicados de palabras resultaban difíciles de traducir. Además de ser un gran comediante, Cantinflas incursionó en la vida política del país.

 

En 1944 entró a formar parte del Sindicato de Trabajadores de la Industria Cinematográfica (STIC), fundado en 1919 con el nombre de Unión de Empleados Confederados del Cinematógrafo. Su aportación fue decisiva en la mejora de las condiciones de contratación del personal de los estudios, pues encabezó una proyectada huelga, secundada por Jorge Negrete y Arturo de Córdova (con quien mantuvo una fuerte polémica por la dirección de la Asociación Nacional de Actores [ANDA].

 

En los años cincuenta sus cintas cambiaron al personaje de la picaresca urbana y popular del que sólo quedaría un humor basado en el uso reiterativo del “cantinflismo”, la habilidad para hablar mucho y no decir nada.

 

Participó en la superproducción estadounidense ‘La vuelta al mundo en ochenta días’ (1957). La película obtuvo una buena acogida, que propició que el actor rodara luego ‘Pepe’, dirigida por George Sidney en 1960. El fracaso del filme lo decidió a no volver a probar fortuna fuera de las fronteras de su propio país, con la única salvedad del largometraje español ‘Don Quijote cabalga de nuevo’, dirigido por Manuel Delgado, con quien había trabajado en filmes como ‘El bolero de Raquel’ (1956) y ‘El padrecito’ (1965), primer largometraje que el actor rodó en color.

 

En sus interpretaciones denunciaba las desigualdades sociales y la falta de solidaridad humana y en la vida real realizaba obras caritativas y llegó a montar una oficina para los necesitados. La última etapa de su vida, después de enviudar en 1966, estuvo marcada por su participación en actos sociales y políticos (incluso llegó a pronunciar un discurso en la Asamblea General de Naciones Unidas).

 

Cantinflas será recordado por hacer triunfar a un pícaro de buen corazón que presenta cierto paralelismo con el personaje de Charlot de Charles Chaplin.

 

Sus pantalones caídos, su aspecto descuidado y chabacano se convirtieron en el estandarte hispano de una clase de humor, teñido de absurdo, que tiene, tal vez, sus mejores representantes en los míticos hermanos Marx y que le permitió alcanzar una enorme popularidad en los países de habla española.

 

Su exagerada caricatura del “pelao” mexicano -miembro de la clase baja, se apoyaba en unos calzones siempre a punto de caer, sujetos las más de las veces con un imperdible, que parecían exigir a gritos un cinturón o unos tirantes, en unos zapatos hechos trizas, una camisa arrugada (cuando la llevaba) saliéndose por todas partes, un raído sombrero de paja y un trapo que le colgaba del hombro, a modo de gabardina.

 

Esta indumentaria se convirtió en el signo distintivo de su humor y de su obra, hasta el punto que, desencarnada ya, abandonando los límites del actor Mario Moreno, pasó a configurar el personaje televisivo de una larga serie de dibujos animados, cuyo rostro sin afeitar y desgraciada estampa corresponden indistintamente a la de un vagabundo o a la de un pordiosero dueño, como su creador, de un lenguaje fluido, incontenible e incoherente, confuso y disparatado, incomprensible pero indispensable para poder salirse con la suya en las situaciones más dispares.

 

Considerado por muchos el sucesor de Charles Chaplin, Cantinflas heredó de aquél el corazón. Sólo que el pelao mexicano, tan pobre como Charlot, a diferencia de éste, no vivía obsesionado por su pobreza y se permitía el lujo de compadecer a los ricachones.

 

Tras su fallecimiento el 20 de abril de 1993 a causa de cáncer pulmonar, Cantinflas recibió múltiples homenajes en territorio nacional, incluso uno en el Congreso de Estados Unidos.

 

 

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