‘El Laberinto de la Soledad’: Octavio Paz

CIUDAD DE MÉXICO, México, abr. 19, 2014.- Octavio Paz se preguntaba por su identidad como mexicano, se cuestiona lo que significa ser un hombre, considerando diferentes definiciones que se han dado a lo largo de la historia, llega a la conclusión de que un hombre es ese ser que sonríe; él sabe que es un hombre porque es capaz de sonreír ante sí mismo y ante su propia imagen, pero ¿qué significa ser un hombre en México? 

 

Octavio Paz se hace esta pregunta justo después de la Revolución Mexicana, en un momento en el que México "se contemplaba a sí mismo, se preguntaba y reflexionaba sobre su propio destino". Es en 1949 y a raíz de estas preguntas existenciales que Octavio Paz comienza a escribir "El Laberinto de la Soledad".

 

"El Laberinto de la Soledad" es una obra que "expresa una preocupación, una pasión compartida por muchos", 

 

Lo escribió mientras estaba en el extranjero, en Francia, es esa distancia de México lo que le permitió ver al país como uno "aislado, solo, lejos de la corriente de la historia".

 

Reflexionando sobre la naturaleza del mexicano, Paz descubre que cada hombre oculta algo desconocido; por eso describe su libro como una confesión, una declaración de su personalidad, de lo que Octavio Paz es, de lo que no es y de lo que quisiera ser. 

 

Es una ventana al rostro de todos los mexicanos; un libro que él mismo describe como "una declaración de amor".

 

Paz describe al hombre mexicano como un "macho" que se encierra, un hombre solitario cuya mayor debilidad sería abrirse -a los otros o a sí mismo- un ser que es completamente diferente a la mujer, ella es débil porque se abre, es un ser vulnerable y obediente. 

 

Sin embargo, existe en México y en el mexicano una característica que muestra la necesidad que este país tiene por abrirse, por salir al mundo: las fiestas, cualquier pretexto, cualquier celebración es suficiente para hacer una fiesta, ese lugar en donde los amigos lloran, confían, cantan, se emborrachan y se enamoran. 

 

Octavio Paz regresa a la pregunta que lo llevó a escribir "El Laberinto de la Soledad": ¿quién soy yo? y se encuentra con que la cuestión del origen es central, es ante el misterio del origen que los pueblos inventan mitos y fantasías, buscando siempre respuestas a esa pregunta inevitable: ¿de dónde vengo? 

 

Las fiestas mexicanas son el perfecto ejemplo de esa obsesión por el origen, obsesión que es una inevitable característica de México, las fiestas del 15 de septiembre y el 12 de diciembre están llenas de simbolismos que nos permiten afirmarnos como mexicanos, aunque después -en nuestras actividades diarias- nos negamos como individuos; la contradicción, otra característica típica del ser mexicano. 

 

Octavio Paz ofrece una serie de programas en los que pretende explicar esa contradicción, ese "doble ritmo de unión y de separación" que se trata de la oposición de contrarios que es la vida misma. 

 

Octavio Paz escribió "El Laberinto de la Soledad" durante su estancia en Francia en 1949. Fue publicado en México en 1950. En ediciones posteriores del libro el propio autor añadió un texto titulado "Postdata", basado en la conferencia que sobre el mismo tema presentó el 30 de octubre de 1969 en la Universidad de Texas.

 

A continuación unas reflexiones de Octavio Paz en el programa "México en la obra de Octavio Paz" que se transmitió por el Canal 2 el 2 de abril de 1989: "Yo nunca aspiré a ser un historiador, lo que pasa es que como mexicano me pregunté ¿qué es lo que estoy haciendo en este país? ¿qué sentido tenía ser mexicano hoy?"

 

"Para mí la poesía ha sido ver, ver las cosas, ver el instante. Se ha definido al hombre de muchas maneras, aquella famosa definición de Aristóteles: el hombre es un ser político, con lo cual quiere decir simplemente que el hombre es un ser que vive en sociedad, en la "polis". Para los cristianos el hombre es el hijo de Dios, pero es un ser caído, pecador. Para otros el hombre es el ser que piensa "homo sapiens" o bien, el hombre que fabrica cosas, instrumento "homo faber". Hay una definición que me gusta mucho: el hombre es un ser que sabe sonreír, es algo que le falta al mundo, sonrisas, tenemos los aullidos de las fieras y las carcajadas de las hienas pero lo humano es sonreír y sonreír sobre todo ante nosotros mismos. La sonrisa está asociada a otra idea del hombre que me atrevo a proponerles a ustedes: el hombre es un ser que pregunta, desde que nacemos comenzamos a preguntar, y no solamente cada uno de nosotros, sino también todos los hombres, todos los pueblos y todas las sociedades, podríamos decir que la historia es la historia de todas las preguntas y respuestas que los hombres nos hemos hecho desde nuestra aparición en este planeta". 

 

"Pero hay una pregunta casi imposible de contestar, mejor dicho, que provoca respuestas innumerables y contradictorias, cada una niega a las otras, me refiero a la pregunta que nos hacemos nosotros mismos ¿quién soy yo? ¿quiénes somos nosotros? ¿qué significa ser inglés, francés, persa, argentino? ¿qué quiere decir ser mexicano? La mayoría de los pueblos se hacen estas preguntas decisivas sobre su propio ser en esos momentos que suceden o que preceden a las grandes conmociones sociales, a las revoluciones y a los cambios que transforman una sociedad. En mi caso yo me hice la pregunta sobre México y sobre mí mismo después de la Revolución Mexicana, cuando había pasado la época agitada de este gran cataclismo social y el país se preparaba para entrar a un nuevo periodo, este que ahora vivimos. Mi pregunta coincidió con ese momento en que el país se contemplaba a sí mismo, se preguntaba y reflexionaba sobre su propio destino". 

 

"'El Laberinto de la Soledad' es una obra fechada, pertenece a un momento y expresa una preocupación, una pasión compartida por muchos, escribí ese libro en mi treintena, una edad en que se bifurcan los caminos, hemos dejado la juventud pero todavía no alcanzamos la madurez; mi edad biológica y psicológica coincidía con la edad histórica de México, otra circunstancia personal: escribí mi libro en el extranjero, en Francia en 1949, sus páginas fueron el resultado de una doble experiencia: la de los Estados Unidos, en donde viví varios años y la de Europa, me sentí solo y sentí que México era también un país solo, aislado, lejos de la corriente central de la historia". 

 

"Al reflexionar sobre la extrañeza que es el mexicano descubrí una vieja verdad: cada hombre oculta un desconocido, cada hombre está habitado por un fantasma; quise entrar en mí mismo y desenterrar a ese desconocido, hablar con él. Mi libro no es un tratado de filosofía, ni es un tratado de psicología ¿qué es entonces? es una confesión, o mejor, una declaración. Una vez le preguntaron a Flaubert ¿quién es Madame Bovary? Y contestó: Madame Bovary soy yo, pues bien este libro mío sobre México y los otros con tema parecido son lo que yo soy, también lo que no soy y no quiero ser y quisiera ser, el desconocido que me habita, una tentativa por desenterrarme y verme viéndome, ver el rostro de mi país, de mis semejantes. Una declaración ¿por qué? hay una declaración del poeta romano Catulo que dice así "amo y odio ¿por qué? no lo sé pero lo siento y me torturo", en efecto el amor es una pasión misteriosa, hecha de opuestos: deseo y temor, ternura y celos, ferocidad y caricias, deseo y desinterés; ustedes van a oír y ver una declaración de amor". 

 

"El mexicano, discreto y cortés, a ratos hosco y otros reservado, de pronto se abre al mundo y muestra un rostro desconocido, es el mismo de siempre y es otro, expresión desconocida, nueva, alegría o tristeza, explosión de júbilo o alarido de pena, estamos ante lo que he llamado la dialéctica de lo cerrado y lo abierto, ante el choque entre la forma cerrada sobre sí misma y la energía interior que la hace estallar. Hay una hermosa costumbre mexicana que expresa de una manera muy poética y plástica, muy viva esta dualidad: la piñata es una vasija de barro recubierta por adornos de papel de colores que la transforma en un objeto fantástico, suspendida por una cuerda la piñata se mece en aire rodeada de la admiración de los espectadores. Uno tras uno vendados y armados de un palo la persiguen por el patio sin conseguir tocarla hasta que alguien más afortunado o más hábil logra asestarle un golpe, la piñata se abre y cae al suelo convertida en una lluvia de frutas y dulces, el sacrificio -llamémosle así- es la piñata y es la imagen viva de la fiesta mexicana".

 

"Es imposible no asociar la fiesta de la piñata a una experiencia que todos los hombres han tenido, que todas las civilizaciones han conocido y que todas han transformado en mitos y leyendas; me refiero a la nube negra cárdena que está en el cielo, me refiero al trueno que la golpea y al relámpago que la desgarra, a la nube que se transforma en lluvia, en la resurrección anual de la naturaleza".

 

 

"Lo mismo para los pueblos que para los individuos la cuestión del origen es central, a la pregunta ¿quién soy? sucede siempre, eco y respuesta, la otra pregunta ¿de dónde vengo? Ante el misterio de su origen los pueblos inventan primero mitos y leyendas,  después relatos históricos y teorías filosóficas; no necesito recordar, por ejemplo, la historia de la mítica peregrinación de los Aztecas hasta que llegaron a México, Tenochtitlán. Generalmente la cuestión del origen se desdobla en la cuestión de la legitimidad, el ejemplo del pueblo Azteca me parece, en este caso, también muy útil, para los aztecas era fundamental probar que eran los herederos de Tula, la ciudad que había dominado a Anáhuac, los títulos de su dominación sobre los otros pueblos del México antiguo estaban fundados en el hecho de ser los descendientes de Tula como lo dijo Moctezuma a Cortés. Así pues la cuestión del origen, que es un tema histórico y mítico, se desdobla en la cuestión de la legitimidad que es un tema histórico y político. Pasamos del mito a la historia, de la religión a la política".

 

"En las actitudes de los mexicanos y muy especialmente en aquellas relativas al misterio del origen hay dos actitudes, muy relativas: una de unión y de separación, de afirmación comunitaria y de negación del otro, este doble movimiento de unión y de ruptura es una respuesta instintiva a nuestra historia y también una tentativa por trascenderla, por unir lo que se ha separado, en el curso de estos programas vamos a ver cómo se desarrolla en México este doble ritmo de unión y de separación, adelanto que se trata de una oposición fecunda, porque en la vida la oposición de los contrarios implica fecundidad, fertilidad, creación; cómo podemos observarlo en el simbolismo de la campana".

 

 

MLV