Descubren insólito entierro de perros prehispánicos

CIUDAD DE MÉXICO, México, feb. Asociados por lo común a entierros humanos y a construcciones, como acompañantes o guardianes, arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) descubrieron en un predio localizado a medio kilómetro del centro de Azcapotzalco, un contexto arqueológico excepcional a lo reportado sobre enterramientos de perros en la época prehispánica.

Los restos de 12 canes se localizaron en un pozo de dos por dos metros, mientras se excavaba al realizar las tareas de salvamento arqueológico.

Por el nivel en que fueron hallados, a una profundidad de 1.30 m a 1.70 m, todos debieron ser colocados en un mismo momento hace más de 500 años, sin asociación alguna con el entierro de una persona -como guía del alma al inframundo- o como ofrenda dedicada a un templo o edificio.

La relación temporal se da por los materiales de desecho que se han recuperado en los otros pozos de la excavación efectuados en el predio, en particular por la cerámica conocida como Azteca III, manufacturada durante el Posclásico Tardío entre los años 1350 a 1520 d.C., durante el apogeo mexica de la Cuenca, explicó la arqueóloga Rocío Morales Sánchez.

“Entierros de perros se han encontrado en otros contextos arqueológicos, pero en este caso, no está asociado a un enterramiento humano o a construcción alguna. Sin duda es un hallazgo especial, por el número de individuos y porque no hemos encontrado vinculación con un edificio o con un difunto.”

Refirió que también será necesario excavar a más profundidad para saber si hay algún elemento debajo de este depósito y les ayude a hacer una interpretación. Después vendrán los análisis de laboratorio para conocer la causa de muerte, si padecían alguna enfermedad o malformación, o algo que permita deducir por qué los enterraron en este espacio.

Las osamentas se hallaron en posición anatómica, tendidas boca arriba y boca abajo, sin un patrón de enterramiento particular. Los esqueletos presentan en general un buen estado de conservación, salvo algunas pérdidas producto de la intrusión de un muro moderno, detalló la experta de la Dirección de Salvamento Arqueológico del INAH.

De acuerdo con el arqueólogo Antonio Zamora -quien asiste en estos trabajos-, en una visita al lugar de la excavación, la bióloga Alicia Blanco Padilla comentó que lo más probable es que los restos que se encontraron pertenezcan a perros comunes.

Explicó que otras razas como el techichi son reconocidas por lo corto de sus extremidades, mientras al xoloitzcuintli se le identifica por la pérdida de premolares en la edad adulta. Los ejemplares hallados son de talla mediana, corresponden a diferentes edades y presentan buena parte de su dentadura, salvo un caso con desgaste severo.

Los vestigios descubiertos en el predio de la Avenida Azcapotzalco representan un reducto de lo que fue la periferia de Azcapotzalco, en particular su lado sur, vinculado al antiguo barrio de la Concepción Huitznáhuac.

Hace algunos años se llevó a cabo otro salvamento arqueológico en la parte este del predio que en la actualidad es motivo de excavación. Debajo de lo que hoy son edificios de departamentos, en ese entonces se rescataron y protegieron vestigios de una unidad doméstica, donde además encontraron entierros humanos, material arqueológico y la huella de antiguos canales.

Ese hallazgo cobra sentido con los nuevos descubrimientos, pues en el terreno donde se llevan a cabo labores de salvamento arqueológico se ha reunido una gran cantidad de materiales de desecho que refieren a esta actividad doméstica, principalmente cerámico entre sellos, malacates, moldes y figurillas; agujas de hueso y herramientas líticas como navajillas de obsidiana.

Antonio Zamora señaló que se han recuperado huesos trabajados. Por ejemplo, un omichicahuaztli (instrumento de percusión) tallado en un fémur humano, así como otro instrumento musical hecho con un húmero de perro. También se halló lo que al parecer es una herramienta elaborada en hueso de venado.

En una capa arcillosa de otro de los pozos excavados se reconocieron restos de un infante de aproximadamente tres años de edad, los cuales fueron removidos desde la época prehispánica. Asimismo se encontraron huesos de perro y de guajolote que fueron consumidos como alimento.

Dada la cercanía de este espacio con lo que fue la ribera del Lago de Texcoco, los arqueólogos concluyeron que los residuos debieron concentrarse para subir el nivel de piso, evitando así inundaciones.

MACO

Con información del INAH