La fiebre la salvó de morir sepultada en el ‘Súper Leche’

CIUDAD DE MÉXICO, México, sep. 19, 2013.- Un manojo de recuerdos le impiden olvidar el amanecer de todos los jueves. En Jazmín los días se acumulan sólo para sobrevivir.

Aún piensa que tuvo la oportunidad de cenar o desayunar en el famoso edificio que en la planta baja albergaba la cafetería "Súper Leche", sobre la entonces avenida San Juan de Letrán, hoy Eje Central Lázaro Cárdenas.

El edificio se cayó totalmente y en el quedó sepultado su esposo con quien acudía regularmente.

Una calentura la salvo, se quedó en cama. No pudo aquella mañana salir con Francisco y disfrutar su café con leche, a 28 años del terremoto de 1985 no ha podido extraviar ese tiempo mal acomodado.

Pocas veces se le ve sonriendo a Jazmín, a sus 58 años de edad, evoca la última vez que lo vio.

"No hubo palabras, sólo una gran sonrisa", como aquella que la confortó durante 8 años de forma fiel y silenciosa.

Gran parte del primer cuadro de la ciudad de México cayó desmoronada. Un terremoto de 8.1 grados en las escala de Richter dejó una cifra de muertos que aún es inexacta, algunos calculan entre 10 mil y 20 mil muertos.

MUERTOS EN EL ANONIMATO

Durante la administración del jefe de Gobierno Marcel Ebrard, el mandatario aseguró que el Registro Civil de la capital tenía 3 mil 600 actas de defunciones como dato oficial, pero era imprecisa la cifra porque un número indeterminado quedó en el anonimato.

Reminiscencias. Recuerdos. Lunas amargas podrían engloban tragedias naturales.

El 28 de julio de 1957 se registró en la ciudad de México, un temblor de magnitud 7.7. El saldo total 52 muertos, 569 lesionados, más de 100 derrumbes y pérdidas materiales calculadas en 100 millones de pesos de aquella época.

19 de septiembre de 1985, su magnitud fue 8.1, informó el Instituto de Geofísica de la UNAM. Con una duración de casi cuatro minutos, de los cuales, un minuto y treinta segundos fue la etapa de mayor movimiento.

PARECÍA UN APUNTE DE SURREALISMO

Los sueños regresan, los hábitos los esconden, pero siguen allí. Esa mañana a las 7:15 horas, la naturaleza tatuó un despertar lleno de muertos, heridos, desaparecidos, edificios destruidos; en peligro de caer; el servicio de transporte, el agua, la energía y teléfonos se interrumpió. La ciudad quedó paralizada. Parecía un apunte de Surrealismo.

A Jazmín la sacudida la incorporó. Un instinto de supervivencia.

"Caminé hacia el ‘Súper Leche’. Las calles eran un sendero pedregoso, todo gris. El aire pesaba, el cuerpo levita. Malestares, movimientos, un ojo recibe luz, todo acaba con esa sensación. No hay nadie aquí".

Con rabia recuerda cómo la ayuda internacional no llegó porque el presidente en turno Miguel de la Madrid quedó petrificado, no sabía qué hacer, para no mostrar una mala imagen de desconcierto al mundo.

ENTRE LOS ESCOMBROS

La cólera vuelve a Jazmín al preguntarle si de entre los escombros recuperó el cuerpo de Manuel. Huele, mira, siente, toca cual niño aquellas imágenes donde desearía no anidarse.

Elementos del Ejército no la dejaron pasar a la zona, resguardaban el lugar, el cuerpo sepultado en el edificio no fue encontrado. "No se sabe que se busca cuando se dice que se busca."

A 28 años Jazmín camina sobre el Eje Central deja una orquídea a la altura del metro San Juan de Letrán, donde estaría de pie el "Súper Leche".

En ese tiempo no aparta su camino negado, se encuentra con sus recuerdos, los afirma, no evita llorar, porque ninguna lagrima brota de sus mejillas.

Jazmín, como si volviera a sonreírle Manuel aquella mañana de septiembre, extiende sus manos al aire. Es acariciada por el viento y se pierde entre la gente.

El siguiente jueves será como cualquiera en los calendarios, pero no para Jazmín que concentra su energía, en un manojo de recuerdos al transitar sobre el Eje Central, en la zona donde un terremoto sepultó a su esposo hace 28 años y una fiebre la salvó de contar su historia.

HVI