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CIENCIA Y TECNOLOGíA

¿Cómo saber si tu hijo sufre ciberbullying?

Aunque toda la vida ha existido, no fue sino hasta los años más recientes cuando el tema del bullying, sobre todo en niños y adolescentes, fue puesto bajo los reflectores. Ahora, con el auge de las nuevas tecnologías y el Internet, el problema amplió su alcance, y  con ello su capacidad de causar daño.

Las redes sociales, los correos electrónicos, los blogs o los servicios de mensajería instantánea a los que se puede acceder desde los dispositivos móviles, hacen que el acoso físico o psicológico sea más intenso. Por ejemplo, en el caso del bullying escolar, éste concluía cuando el alumno salía del ambiente estudiantil, y ahora, los ataques pueden acompañar a la víctima todo el tiempo.

Por desgracia este problema es más común de lo que se cree, y muchas veces los padres del acosado (que por lo general suele aislarse) son los últimos en enterarse, pues la violencia e intimidación ocurre en el plano psicológico y no en el físico. Alterar la tranquilidad de un semejante -muchas veces cobijados por el anonimato-, ahora está a un clic de distancia.

(AP, archivo)

¿Cómo saber si alguno de nuestros hijos está pasando por ese problema? Si bien los padres de familia no podemos estar todo el tiempo monitoreando sus actividades en la red, sí podemos estar atentos a varias señales de alerta. Algunas de ellas son:

Cambio en los hábitos y calificaciones

Uno de los primeros campos en donde se refleja un eventual ciber acoso es el académico. Observar una marcada indiferencia hacia el estudio o las tareas, así como una baja en las calificaciones, señala la existencia de un problema.

Pasar mucho tiempo conectados

Sí, los adolescentes pasan mucho tiempo inmersos en sus dispositivos electrónicos. El problema es cuando estos periodos van en aumento y desplazan otros gustos y aficiones a los que nuestros hijos también solían prestarles atención.

Falta de sueño, o pasar muchas horas en la cama

El acoso puede ser tan abrumador que llega a quitarle el sueño a quien lo padece, provocando un estado de alarma permanente que resulta desgastante.

Otra modalidad de este comportamiento es evitar regresar al ambiente donde estas personas se sienten más vulnerables. Como mencionamos al inicio del texto, el ciberbullying provoca que las personas se aparten y caigan en depresión.

Usuario de redes sociales. (Getty Images, archivo)

Aumento de irritabilidad

Agresividad en el seno familiar, contestar de forma agresiva y estar a la defensiva son señales de alarma, sobre todo si este comportamiento antes no era usual.

Inseguridad

El hostigamiento cibernético causa estragos en la confianza y forma en la que una persona se percibe a sí misma, provocando sentimientos de inseguridad, soledad y miedo, que inevitablemente proyecta a los demás.

Oculta lo que hacen en la red

En el caso de los jóvenes, no es aconsejable revisar todo el tiempo lo que hacen en la redes sociales. No obstante, hay algunas situaciones que nos pueden hacer sospechar de que las cosas no van bien.

¿Al pasar cerca de ellos cuando están frente a una tableta, computadora o teléfono, hacen todo lo posible por bloquear la pantalla? ¿Se molestan si entramos a su habitación cuando usan estos aparatos? Si estos reflejos se repiten a menudo, hay que redoblar nuestra atención.

Se pone nervioso

Si uno de tus hijos recibe un mensaje o una llamada y de la nada se pone incómodo, nervioso o agresivo, puede que haya un problema. Los cambios repentinos de humor hablan de situaciones que alteran de forma importante la estabilidad de una persona.

¿Y qué hacer?

Si observamos uno o más de estos comportamientos lo primero que debemos hacer es conservar la calma y hacer un análisis imparcial de la situación, pues no es lo mismo que uno de estos indicativos se haya presentado sólo una vez, a ver que se replican frecuentemente.

Si nuestras sospechas continúan, debemos buscar acercarnos a nuestros hijos, teniendo cuidado de no hostigarlos. Si queremos que nos vean como sus aliados y no como un problema más con el cuál lidiar, debemos preocuparnos más por escuchar antes que por sermonear. Quizá debamos intentar estas aproximaciones en más de una ocasión, para ir permitiendo que se abran con nosotros paulatinamente.

También es aconsejable limitar las horas que nuestros hijos pasan en la red, algo que puede hacerse gradualemente y nunca por completo pues NO se trata de satanizar a la tecnología. Si logramos que integren a su jornada diaria otras actividades sociales y deportivas que les apasionen, podremos esperar mejores resultados.

Si confirmamos que nuestro hijo es víctima de ciberbullying, hay que orientarlos para que no respondan a las agresiones (mensajes, memes, fotos, videos) que reciban. Estos elementos pueden ser usados como pruebas ante las autoridades escolares o gubernamentales. Depende de los adultos tener la cabeza fría para presentar quejas y/o denuncias usando los medios preestablecidos, y acompañar a sus hijos durante el proceso, tampoco está de más acercarse a los profesores y a otros padres de familia para compartir inquietudes y formar un frente común contra el problema.

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Ante todo está la comunicación; no debemos esperar a que se presente un caso de acoso en el seno de nuestra familia para tomar cartas sobre el asunto. La mejor prevención es hablar con ellos de los riesgos a los que están expuestos, si lo hacemos, tendrán mejores armas para defenderse y recurrir a nosotros ante cualquier eventualidad.