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ARTE Y CULTURA

Semblanza: José Luis Cuevas y La cortina del nopal

Una controversia con David Alfaro Siqueiros puso a José Luis Cuevas como protagonista en la vida cultural en México, la razón: una serie de textos en los que cuestionaba la valía y efectividad de la pintura y del muralismo mexicanos, así como sus contenidos nacionalistas y las alusiones a la Revolución.

Con los lineamientos estéticos de su propuesta artística, los artículos tomaron la apariencia de manifiesto bajo el título de La cortina de nopal; así, la Generación de la Ruptura se presentaba en sociedad a través del integrante más controvertido.

Entonces José Luis Cuevas fue conocido como un enfant terrible, apariencia que alimentó con esa exaltación de la propia personalidad al tomarse una foto todas las mañanas al construir ese mito de galán irresistible y con ese dejo de altivez.

Aunque de niño tomó algunas clases en La Esmeralda, José Luis Cuevas fue autodidacta; originario de la Ciudad de México, nació el 26 de febrero de 1934.
Pintura, grabado, ilustración, dibujo y escultura conforman el repertorio de técnicas que dominaba.

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Residente en su infancia de la colonia Roma, estudió la primaria en la escuela pública Benito Juárez. Por esa época apareció en la cinta Corazón de Niño de Alejandro Galindo. Como ilustrador, se inició en el diario The News. Cuevas ilustraba las entrevistas de la periodista estadounidense Anita Brenner. En 1957, ilustró a Kafka para el libro El mundo de Kafka y Cuevas, de la Editorial Falcon Prest.

Tenía 20 años cuando una exposición en Washington lo ubicó en el mercado internacional del arte. La siguiente invitación llegó de Francia. Que Picasso comprara dos de sus obras, significó una especie de espaldarazo y su graduación artística.

Amigo de Carlos Fuentes y amante del cine y la literatura, en su obra, son constantes temáticas la decadencia femenina, lo erótico, la desproporción, los cuerpos torcidos, los ambientes sombríos, las figuras grotescas, los rostros sin personalidad y los personajes deshumanizados.

Junto con los de su generación, Felguérez, Coronel, Gerzo, Mérida y Soriano entre ellos, José Luis Cuevas abandonó la tradición de la plástica mexicana para crear un estilo universal en su sintaxis, no abstracto y centrado en el ser vía el cuerpo: “allí se representa la épica del instinto, de las bajas pasiones y del desmembramiento de lo real”, escribió Víctor Sosa en el artículo José Luis Cuevas y el ritual de lo terrible, publicado en 2003 en la Gaceta de la Universidad Veracruzana.

Sobre Cuevas, Octavio Paz escribió:

Una risa,
Como un aullido
Desde el fondo del tiempo
Desde el fondo del niño
Cada día
José Luis dibuja nuestra herida

Entre otros, fue reconocido con los premios internacionales de Dibujo en la Bienal de Sao Paulo, de Grabado en la Trienal de Nueva Dehli, del Consejo Mundial de Grabado de San Francisco, así como con el Tomás Francisco Prieto de España, y la Orden de Caballero de las Artes y de las Letras de Francia. En 1992 se inauguró el Museo José Luis Cuevas. En 2008 recibió un homenaje nacional en el Palacio de Bellas Artes.

El 3 de abril de 2013, José Luis Cuevas fue internado por deshidratación y un problema estomacal tras haber comido alimentos en mal estado. A fines de febrero de ese año, el pintor presentó el libro Cartas amorosas a Beatriz del Carmen. En algún momento, dijo que su última voluntad era que sus cenizas y las de su esposa estuvieran en una urna en la Catedral Metropolitana y que, por ningún motivo debían separarse. Figura indiscutible de la cultura en México y protagonista del arte mundial, descanse en paz José Luis Cuevas.

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Con información de Mario Villanueva
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