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ARTE Y CULTURA

Muere el “niño escritor” Rubén Darío Ávalos; escribía cuentos para costear su tratamiento

El pequeño Rubén Darío decía que su gusto por la lectura le ofrecía una mejor defensa que la quimioterapia. Los libros, después de todo, eran su pasión, una razón para aferrarse a la vida por el máximo tiempo posible. Y no la desaprovechó.

Además de leer todos los libros que tenía a su alcance, a partir de 2015, Rubén publicó cuatro antologías de cuentos y una novela histórica, una proeza increíble para cualquier narrador, no obstante la edad o la experiencia. Hasta que el tiempo se agotó.

La semana pasada, Rubén Darío Ávalos Flores falleció en un hospital de Sevilla, España, víctima de una rara enfermedad de nombre histiocitosis. El “niño escritor” tenía una página web, a través de la cual vendía sus libros para ayudar a su madre a costear el tratamiento (todavía acepta donaciones para ayudar con los pagos).

Era una batalla que Rubén estaba destinado a perder, pero que aún así libró con la valentía de un niño que simplemente anhelaba con seguir leyendo. Tenía 12 años de edad.

Originario de Paraguay, Rubén Darío nació con una enfermedad agresiva que aflige a 1 de cada 200 mil recién nacidos. El dolor formaba parte de su rutina diaria. Liliana Flores, madre de Rubén, explicó que por mucho tiempo estuvo buscando alguna solución por distintos países de Sudamérica, y no fue sino hasta que llegó a España cuando su hijo por fin pudo recibir una diagnosis y el tratamiento adecuado.

Sin embargo, a causa de una detección tardía, Rubén estaba condenado a recibir quimioterapia de por vida. No había otra forma de tratar los cientos de tumores en su organismo.

Al igual que el poeta nicaragüense del mismo nombre, Rubén descubrió su fascinación por la literatura a una temprana edad y pronto encontró el gusto por contar sus propias historias. De acuerdo a un perfil publicado en El País, a su corta edad Rubén “fue homenajeado en la Feria del Libro de La Rinconada (Sevilla), participó en la Escuela de Escritores Noveles de Mollina del Centro Andaluz de las Letras y la biblioteca de su colegio lleva su nombre con sumo orgullo.”

Además participaba como comentarista invitado en un programa literario de la radio española y citaba entre sus autores favoritos a Augusto Roa Bastos, Miguel Cervantes y Antonio Machado. Por supuesto, Jorge Luis Borges también figuraba entre sus predilectos, dato evidente por el placer en su voz al hablar del escritor argentino (ver video abajo).

Su amor por las letras (porque eso era, una devoción por la palabra escrita acentuada por la imaginación infantil) nos sirve como recordatorio sobre las grandes obras que todavía nos esperan, no solo en la literatura sino en todos los ámbitos del arte, y nuestra propia capacidad de dejar una huella artística que inspire a otras personas a seguir nuestros pasos.

Grande Rubén, descansa en paz.