Salió el otro Estados Unidos, muy distinto al que había asistido el día anterior a la inauguración del Gobierno de Donald Trump; la América blanca, homogénea y rural.
El sábado también marcharon blancos y hombres, pero sobre todo salieron las mujeres, muchas mujeres, de todo tipo y color; afroamericanas, latinas y asiáticas.
Un grupo, que aunque derrotado por el peculiar sistema electoral, se sabe mayoría.
Y es que habrá que recordarlo siempre, Hillary Clinton obtuvo 2.9 millones de votos más que Donald Trump, en las urnas.
Fue una marcha emotiva, diversa, generosa y con sentido del humor.
El dramatismo lo pusieron las manifestantes migrantes, las trabajadoras domésticas mexicanas, salvadoreñas, bolivianas; en ellas se sentía una convicción más apremiante, menos festiva.
Sin duda, esta América diversa es mayoría, pero está dividida en muchas causas y hoy no tiene el poder político para detener a Trump.
Solo el tiempo dirá si encuentran la forma de superar sus diferencias y traducir esta fuerza que mostraron en un movimiento político capaz de frenar a Donald Trump; ojalá así sea.
Con información de Denise Maerker.
RMT