Obreros adscritos a IG Metall, el mayor sindicato alemán, lograron concretar una reducción sustancial de su horario semanal de 35 horas a 28 horas de trabajo.
Esto significa que los trabajadores industriales beneficiados trabajarán solo 5.6 horas diarias en lugar de las ocho que solían cumplir, lo que les dejará tiempo suficiente para cuidar de sus familias, en especial de sus hijos y padres.
El acuerdo fue considerado una gran victoria histórica obtenida por obreros del sudoeste de Alemania, que se espera acabe beneficiando al resto de los 3.9 millones de empleados que conforman el sector industrial de ese país.
Los primeros en beneficiarse serán los trabajadores del estado de Baden-Württemberg.
Expertos laborales europeos coincidieron en que el convenio representa un cambio importante en la mentalidad de la clase obrera y los empleadores alemanes, que reconocieron la importancia del equilibrio entre el trabajo y la vida familiar.
Sin embargo la Federación de Empleadores decidió rechazar la petición de que los trabajadores que adopten el horario reducido reciban el mismo sueldo de antes.
La opción de adoptar el nuevo modelo laboral es optativa, pero quienes la elijan no podrán regresar al horario semanal habitual de 35 horas sino hasta dentro de dos años.
Para balancear la fuerza de trabajo las empresas industriales podrán ofrecer horas extras a los obreros que deseen trabajar más de 8 horas diarias.
Stefan Wolf, director de la compañía metalúrgica Südwestmetall, calificó la decisión de “tolerable pero dolorosa”.
Durante los últimos años los empleados han ganado muchos más derechos que los jefes, según explicó Damien McGuinness, corresponsal de la BBC en Berlín, pues desde la reunificación de Alemania a finales de la década de los ochentas se buscó balancear la economía del país a través de la mejora de la condiciones laborales para los trabajadores.
Desde 2008 los sueldos han ido aumentando para los alemanes a pesar de la crisis financiera que provocó altas cifras de desempleo en otros países.
