Quizá por la cercanía y la frecuencia con la que vemos a nuestro satélite natural, no siempre le prestamos mucha atención. Sin embargo, no todos estamos tan familiarizados con mucho del conocimiento científico, o incluso folklórico, que rodea a la Luna. Te presentamos algunos datos asombrosos que quizá no sabías sobre ella:
Las caras de la Luna
La razón por la que en todo el mundo solo vemos una cara de la Luna es un fenómeno conocido como acoplamiento de marea, o acoplamiento gravitacional. Básicamente esto significa que la Luna tarda exactamente el mismo tiempo en dar una revolución completa sobre su propio eje que sobre su órbita con la Tierra.
Más que ser una coincidencia, el acoplamiento de marea es causado por la influencia gravitacional del objeto mayor, en este caso, la Tierra. De hecho, la mayoría de los satélites naturales de nuestro sistema solar están gravitacionalmente acoplados a sus planetas, es decir, solo veríamos una sola cara si observáramos las lunas desde sus planetas.
Sin embargo, podemos ver más del 50% de su superficie gracias a la liberación lunar, una oscilación en su órbita.
La primera vez que vimos la cara oculta de la Luna ―en toda la historia de la humanidad― fue el 7 de octubre de 1959, cuando la sonda espacial soviética Luna 3 la fotografió y mandó las imágenes a la Tierra.
Hay sombras perpetuas en la Luna
Debido a que el eje sobre el cual rota la Luna es casi perpendicular a la dirección de los rayos del Sol, hay cráteres en sus polos cuyos fondos nunca son alcanzados por la luz solar. Estos puntos de “perpetua sombra” alcanzan temperaturas cercanas al teórico cero absoluto (−273,15 °C) y no han visto más luz que la de las estrellas por unos 2 mil millones de años.
El género de la Luna
Sobra decir que en tanto cuerpo celeste, la Luna no tiene género ―naturalmente―, pero, por lo menos en las lenguas con géneros gramaticales, sí se lo debemos dar. En español y otras lenguas romances (como el italiano o el francés) la Luna es relacionada con el género femenino. Incluso en algunas lenguas sin género gramatical, como el inglés, se puede hacer alusión a la Luna como “ella”, aunque estos usos se suelen delimitar a lo poético. Un ejemplo lo puedes leer en el poema de Lewis Carrol “The Walrus and the Carpenter“.
Sin embargo, en lenguas como el alemán, la Luna tiene el género gramatical masculino: der Mond. Curiosamente, en alemán el Sol es género femenino: die Sonne. Quizá esta discrepancia lingüística tenga que ver con que en la mitología nórdica la personificación de nuestro satélite natural sea el dios (varón) Máni, mientras que en la mitología griega todas las deidades lunares (Febe, Artemis, Selene, Hécate y Rea) eran femeninas.
Animales lunáticos
Los ciclos de los organismos vivos de la Tierra están íntimamente relacionados con los ciclos del día y la noche. Pero hay algunos casos de comportamiento animal que son afectados por la Luna y que son dignos de ser llamados “lunáticos”.
Por ejemplo, los tejones europeos son más “tímidos” para orinar durante la luna llena, que durante la luna nueva.
Cada diciembre, cerca o durante la luna llena del mes, los corales de las costas Australia se sincronizan y avientan la mayor cantidad de huevos y esperma en la Tierra. Aunque los factores para este evento son varios, la luz lunar es un factor importante.
Según un estudio publicado el 15 de julio de 2015 en la Journal of the American Veterinary Medical Association, los hospitales veterinarios reciben más pacientes perros y gatos durante o cerca de las lunas llenas, aunque realmente no se sabe cuál podría ser la relación.
Los nombres de la Luna
Aunque actualmente es un calendario solar, el gregoriano, el más usado en el mundo, los calendarios más antiguos eran lunares; es decir, medían el año y los meses según los ciclos de la Luna. Según la cultura, podía variar si el siguiente mes lunar empezaba con la luna llena o la nueva, pero fuera cual fuera el criterio, muchas de estas lunas tenían nombres propios.
Todos estos nombres hacían alusión a la aparición de un animal, a aquello que se cosechaba o al color con el que se solía ver.
Un ejemplo son los nombres que los nativos americanos del norte le otorgaban a cada luna llena del año:
Luna del Lobo (enero), Luna de Nieve (febrero), Luna del Gusano (marzo), Luna Rosada (abril), Luna de Flor (mayo), Luna de Fresa (junio), Luna del Ciervo (julio), Luna del Esturión (agosto), Luna de la Cosecha o Luna de Maíz (septiembre), Luna del Cazador o Luna de la Cosecha (octubre), Luna del Castor (noviembre) y Luna fría o Luna de las Noches largas (diciembre).
La Luna de la Cosecha es la luna llena más cercana al equinoccio de otoño. Usualmente esta cae en septiembre y la siguiente luna llena ―la de octubre―recibe el nombre de Luna del Cazador. Si la Luna de la Cosecha cae en octubre, entonces la de septiembre es Luna de Maíz.
Otros ejemplos de nombres americanos de lunas llenas son:
Enero: Luna Vieja, la Luna después de Yule
Febrero: Luna del Hambre
Marzo: Luna del Cuervo, Luna de la Corteza, Luna de la Savia, Luna Cuaresmal
Abril: Luna del Brote, Luna del Huevo, Luna del Pez
Mayo: Luna de la Siembra de Maíz, Luna de Leche
Junio: Luna de la Rosa
Julio: Luna del Trueno, Luna del Heno
Agosto: Luna Roja, Luna del Maíz Verde, Luna del Gran
Octubre: Luna de Sangre, Luna Sanguínea
Noviembre: Luna de Escarcha
Diciembre: la Luna antes de Yule
Vía Farmer’s Almanac, Wikipedia, NASA.gov Video [YouTube], Live Science