Michelle Carter, de 20 años, fue declarada culpable por homicidio involuntario después de animar a su novio a suicidarse por mensajes de texto. La sentencia de culpabilidad fue emitida el 16 de junio de 2017.
El juez del caso Lawrence Moniz ha considerado que gracias a los mensajes que Michelle Carter envió a su novio Conrad Roy, propició su muerte por conducta inmoral. Determinó el juez que la joven estadounidense no tuvo ninguna intención en frenar las acciones de Conrad y que en vez lo empujó a tomar su propia vida.
El acontecimiento sucedió el verano de 2014 en Massachusetts, Estados Unidos. El joven Conrad Roy padecía depresión y vivía en un ambiente que lo expuso a abusos familiares. Gracias a esto decidió quitarse la vida. Fue entonces que comenzó a hablarlo con su novia por medio de llamadas telefónicas y mensajes de texto con el celular. Sin embargo, no se veían mucho en persona. En la noche de julio cuando él decidió quitarse la vida se comunicó con ella, le preguntó por mensaje si estaba tomando la decisión correcta. Conrad decidió que la forma en que iba a hacerlo fue asfixiándose en su carro, llenándolo de monóxido de carbono. Ante la duda, Carter le respondió:
Vuelve a meterte. Hazlo y punto
Previo al momento del suicidio, Conrad Roy planteó la posibilidad de retrasar su propia muerte. Carter le respondió: “Así que supongo que no lo vas a hacer, todo eso para nada… Estoy tan confundida, estabas listo y decidido.” Cuando Conrad dejó de mandar mensajes, Carter no le alertó a nadie de lo sucedido.
El caso para declararla culpable se sustentó en el hecho de que había un historial previo donde Michelle Carter le decía a Conrad Roy que estaría más feliz, que ya no habría más dolor y que por fin estaría en el cielo. Además, la fiscalía planteó que ella presionó al joven.
Por el lado de la defensa, se argumentó que la decisión de Roy de quitarse la vida ya había sido tomada previamente, de forma intencional, unilateral y deliberada.
La decisión que ha tomado el juez Lawrence Moniz plantea un precedente que establece que las palabras de alguien pueden presionar a alguien a tomar su vida sin necesariamente encontrarse en el mismo lugar físicamente. Se le suma a esto la sorpresa de expertos legales, pues es legal asistir en el Estado de Massachusetts en el suicidio de otra persona.
