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ECOLOGíA

La última esperanza para evitar la extinción de la vaquita marina

Con menos de 30 ejemplares vivos, la vaquita marina, un cetáceo endémico del alto Golfo de California, podría estar viviendo sus últimos días antes de su extinción definitiva.

Durante décadas, la vaquita marina ha quedado atrapada en las redes de enmalle utilizadas para la pesca furtiva de totoaba, un pez altamente depredado debido a las supuestas propiedades afrodisiacas de su buche o vejiga natatoria, cuyo valor en el mercado negro es superior a cualquier droga hasta hoy conocida.

Es el crimen organizado metido en este tipo de negocio y esto complica mucho platicar con las comunidades, complica mucho la interacción”, dijo Lorenzo Rojas Bracho, presidente del Comité Internacional para la Conservación de la Vaquita Marina.

Pese a los grandes esfuerzos del gobierno federal y organismos ambientalistas, en las últimas décadas la población de vaquita marina tuvo una disminución alarmante.

La red de totoaba nunca desapareció en el agua, y eso fue porque desde un principio Profepa se vio de manos atadas; había falta de personal, luego había personal pero esta situación seguía ocurriendo y para ser sincero, con los montos que mueve esta actividad del comercio de la totoaba, era muy difícil que la actividad se acabara por completo”, añadió Miguel Rivas Soto, campañista de océanos de Greenpeace México.

Con modernos equipos de motorización acústica, en 1999 científicos internacionales contabilizaron menos de 600 ejemplares de vaquita marina; para 2011 sólo quedaban 245.

En 2015 sólo se contabilizaron 60, lo que motivó a una veda total de pesca en el alto Golfo de California por un lapso de dos años, así como el ingreso de las fuerzas armadas a labores de vigilancia.

Y encontramos en eso que estaba cayendo 18.5% la población por año, en esos dos años; es decir, en este análisis preliminar, la población había caído 37%”, informó Lorenzo Rojas Bracho, presidente del Comité Internacional para la Conservación de la Vaquita Marina.

Pese a estos esfuerzos, a finales de 2016, el Comité Internacional para la Protección de la Vaquita Marina monitorizó menos de 30 ejemplares, lo que motivó, como último recurso, a pensar en el cautiverio.

Salió esta idea ¿por qué no buscamos capturar vaquitas y separar estas vaquitas que capturemos de donde están las redes?”, se cuestionó Lorenzo Rojas, presidente del Comité Internacional para la Conservación de la Vaquita Marina.

La vaquita marina es una marsopa extremadamente nerviosa y huidiza. Hasta hoy, ningún ser humano ha podido tocar a una vaquita marina en su hábitat natural, por lo que el principal reto radica en rastrearlas, ubicarlas y capturarlas. ¿La solución? El uso de delfines de la Armada de los Estados Unidos entrenados para localizar buzos.

Entrenamos a los delfines, los llevamos a San Francisco a ver si encuentran marsopas y si, efectivamente, dos de los tres delfines, justo los que están entrenados para buscar buzos y que tienen muchos años de entrenamiento son los delfines veteranos, encontraron a las marsopas”, explicó Lorenzo Rojas Bracho.

Una vez que los delfines ubiquen a las vaquitas marinas, tres barcos científicos triangularán un cerco con redes especiales hasta lograr su captura.

Los observamos, los capturamos, y ahí cada una de las lanchas trae ahí veterinarios a bordo. Una vez capturados, los veterinarios van a evaluar el estado de salud de la vaquita, si consideran que el animal puede aguantar, que su nivel de estrés no es tanto como para que se nos muera ahí en las manos, pasamos las marsopas a un barco, donde diseñamos una tina especial para transportarlos a la zona donde vamos a tener los encierros… Si se adaptan en todos esos pasos bien, el paso final es tener un santuario natural, encerrar una bahía, y tener ahí a las vaquitas”, aseveró Lorenzo Rojas, presidente del Comité Internacional para la Conservación de la Vaquita Marina.

Este proyecto iniciará en septiembre y representa una inversión de tres millones de dólares de participación federal y uno más que se ha recaudado con aportaciones de la sociedad civil.

Aún con ello, organismos ambientalistas exhortan a continuar con el combate al tráfico ilegal de totoaba y armonizar la actividad pesquera con métodos sustentables.

Mientras esa pesca siga existiendo en la zona, la verdad es que la situación de la vaquita, no tiene ninguna esperanza de seguir viviendo en vida libre. Creemos que el cautiverio tampoco serviría de nada si nosotros no damos las garantías de que estos animales a posteriori, en caso de tener éxito, sean liberados o puedan volver a su hábitat”, aseveró Miguel Rivas Soto, campañista de océanos de Greenpeace México.

“Pero lo que es muy importante es que esto no es la solución a la preservación a la vaquita, es el paso para dar tiempo a que se diseñen artes de pesca, para que los pescadores puedan pescar”, aseveró Lorenzo rojas Bracho, presidente del Comité Internacional para la Conservación de la Vaquita Marina.

De lograrse esta proeza se produciría un hecho inédito de conservación que podría salvar de la extinción a la vaquita marina.

 

Con información de Marco Antonio Sánchez
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