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Chelsea Manning: la compleja historia de un indulto

Este martes, en uno de sus últimos actos ejecutivos como presidente de Estados Unidos, Barack Obama conmutó la pena de Chelsea Manning. Acusada de 22 cargos, Manning enfrentaba, todavía, una pena de 28 años por revelar a WikiLeaks documentos diplomáticos y militares confidenciales del gobierno de Estados Unidos.

Esta ex militar cimentó la idea del whistleblower americano antes de Edward Snowden y su historia es una historia compleja, llena de problemas personales e injusticias gubernamentales; una historia que pasa por la exposición pública y los secretos mejor guardados de un poderoso estado. Así, para comprender mejor la conmutación de su pena y el revuelo mediático que ha levantado, es necesario regresar a los inicios de esta compleja trama y explicar las razones ocultas detrás de tan polémico caso.

El soldado Bradley:

En septiembre de 2007, Chelsea Manning no había comenzado su transición. En ese momento, su nombre era Bradley Manning y él era un joven recluta que intentó ingresar a las fuerzas militares para conseguir una educación gratuita: la G.I Bill permite a los soldados de Estados Unidos acceder a becas y posibilidades de educación antes, durante y después de prestar servicio.

(AP Photo/Patrick Semansky, File)

Pero el tiempo que pasó Manning entre los militares no fue fácil. Desde que era pequeña, Manning había tenido relaciones problemáticas en casa con un padre ausente y una madre alcohólica. Y toda esta sensación de aislamiento y exclusión no hizo más que empeorarse en compañía de los militares.

Con poco más de 1m 50 de estatura y menos de 50 kilos de peso, Manning era la presa de constantes burlas y ataques por parte de sus compañeros. Su gestos afeminados tampoco lo ayudaron a ganarse simpatías dentro de un medio particularmente homófobo y machista. Y, sin embargo, Manning concluyó su entrenamiento y fue llevado a Irak con el rango de “Especialista”.

Las filtraciones y WikiLeaks:

En 2009, Manning llegó a Irak y tuvo acceso, por su trabajo en informática, a amplias redes de información secreta dentro de la institución militar estadounidense. En enero del 2010, copió cerca de 400,000 documentos confidenciales sobre la guerra de Irak y 91,000 documentos sobre la guerra de Afganistán en un disco que rotuló “Lady Gaga”. Después de transferirlos a una memoria SD, Manning los llevó a Estados Unidos escondidos en una cámara.

A partir de ahí, estuvo en contacto con WikiLeaks y, a través de Tor, Dropbox y cables diplomáticos, transfirió a la organización de Julian Assange todos estos documentos y 250,000 archivos diplomáticos sensibles de Estados Unidos. Entre toda esta información se encontraba también un video que, al ser publicado por WikiLeaks, causó revuelo internacional.

(AP Photo/Markus Schreiber, File)

Se trataba de una grabación militar en la que se observa, gráficamente, cómo soldados estadounidenses a bordo de un helicóptero Apache asesinaron a dos empleados de la agencia de noticias Reuters y a varios civiles en Bagdad. El video también muestra cómo hirieron a dos niños y cómo, después de ver el resultado de sus acciones, los soldados se dicen entre ellos: “bueno, eso les pasa por llevar niños a la guerra”.

Ese video puso a WikiLeaks en el mapa internacional y causó un gran revuelo en torno a las prácticas de guerra de Estados Unidos. Prácticas que también se vieron expuestas en los documentos filtrados en torno a bombardeos en Afganistán a poblaciones de civiles: el ejército americano es culpable, ahí también, de la cruenta muerte de docenas de niños y cientos de civiles. Manning dijo, algún tiempo después que esa era, en realidad, toda su intención:

“Una vez que comprendes que las coordenadas representan lugares reales en los que la gente vive -con todo el amor, las esperanzas, los sueños, el odio, los miedos y las pesadillas que vienen con ellos- es difícil olvidar lo importante que son estos documentos.”

Las luchas de Manning:

Las revelaciones de Manning se convirtieron en la más grande filtración de documentos militares y diplomáticos estadounidenses de la historia. Como era de esperarse, el 25 de mayo de 2010, Manning fue arrestada por la División de Investigación Criminal del ejército de Estados Unidos. En ese momento, la militar se enfrentó a un futuro gris: se acumularon 22 cargos en su contra entre los cuales figuraba “ayudar al enemigo”, una acusación que llevaba a la pena de muerte.

Después de tres años de juicios, de cambiar de cárceles y de tratos inhumanos por parte del ejército, finalmente, se acusó a Manning de los 22 cargos con varias modificaciones. Entre ellas, se eliminó la acusación de “ayudar al enemigo” y se evitó así que se le impusieran la pena capital. Manning se declaró culpable e, incluso, se disculpó por poner en riesgo vidas americanas.

Chelsea Manning en una selfie de 2010. (Cortesía de U.S. Army/Entregada por REUTERS)

Esa disposición en el juicio y las pruebas en torno a su estado de ánimo durante el tiempo de las filtraciones -se habló mucho del ambiente militar frente a sus problemas de identidad de género, del síndrome de Asperger que sufría y del alcoholismo de su madre cuando la portó en el vientre- la condena se redujo de 90 a 35 años en prisión.

Aún así, la condena excesiva de Chelsea Manning tiene distintos matices políticos y jurídicos. Algunos, por ejemplo, llegaron a acusar directamente al gobierno de Estados Unidos de tratar de presionar a Manning para armar un caso en contra de un blanco mucho más importante para ellos: Julian Assange.

(Photo by Carl Court/Getty Images)

Tal vez nunca sabremos si estas conjeturas son reales. Lo que sí sabemos es que, durante los siete años que ha estado presa, Chelsea Manning se ha enfrentado a una nueva lucha. Esta mujer transexual ha peleado incansablemente para conseguir los tratamientos de hormonas que requiere su cambio de sexo; trató de cometer suicidio en dos ocasiones al no poder acceder a ellos; se le negó cambiar de género en papeles oficiales y, recientemente, estuvo en cinco días de huelga de hambre como protesta por la falta de respuesta del gobierno frente a sus peticiones de tratamiento médico.

Obama y el efecto Manning:

La administración de Obama ha sido señalada por la persecución de whistleblowers y las prácticas de vigilancia ilegítimas en las que ha incurrido a través de agencias de seguridad nacional como la NSA. Es por eso que el gesto de liberar a Chelsea Manning, durante los últimos días de presidencia, aunque inesperado, es totalmente comprensible: esta conmutación puede funcionar como absolución y legado para el saliente presidente Obama.

(AP Photo/Pablo Martinez Monsivais)

Manning no fue absuelta de su condena, de hecho pasó siete años en prisión e iba a estar sujeta a una audiencia para su liberación en 2018. En ese sentido, Obama conmutó una condena que podía estar llegando a su fin: esta ex militar pasó siete años en la cárcel y, en ese sentido, sí cumplió una condena.

Además, la liberación de Manning implica un avance más en las políticas de un presidente que ha querido mostrarse cercano a la comunidad LGBT: la presiones militares que sufrió esta mujer en prisión por querer completar su transición siguen siendo una afrenta difícil de olvidar para la actual administración.

Finalmente, parece evidente que, después de la intervención rusa en las elecciones pasadas, será difícil esperar que se conmute la pena de Edward Snowden. Este whistleblower ha recibido asilo político por parte del gobierno de Vladimir Putin y nunca se ha arrepentido de sus acciones: el caso parece, en todo caso, muchísimo más complejo, en el plano político, que el de Manning. Liberar a Snowden mostraría que la administración actual admite sus errores; al liberar, en cambio, a Manning, Obama subraya, más bien, las acusaciones de crímenes de guerra durante la última administración republicana de George W. Bush.

Hombres lloran sobre los cadáveres de niños alcanzados por bombas estadounidenses cerca de Kabul el 28 de octubre 2001. (AP Photo/Amir Shah)

Independientemente de las razones que llevaron a Obama a tomar esta decisión, parece ser una medida absolutamente coherente con sus políticas y una manera de limpiar, con bajo costo político, los escándalos de su administración en cuanto a vigilancia ciudadana, el fin de dos guerras en el oriente próximo y el indefinido cierre de Guantánamo.

Las críticas de republicanos que se han opuesto a las radicales posturas de Trump, como Mitt Romney y Paul Ryan sólo muestran, finalmente, que en la siguiente administración Manning nunca hubiera sido indultada. Y las vejaciones que hoy sufre hubieran podido continuar por muchos años más ante el desconcierto del público.

Con esta nueva ola de 209 indultos, Obama se reafirma como el presidente que más ha perdonado reos en la historia. En este sentido, está mostrando una cara que se posiciona como legado. Frente a la inminente toma de poder de Trump, se espera, de alguna forma, que este legado continúe y que ésta no sea la despedida de una era que, entre todas sus contradicciones, fue tal vez más compasiva.

(AP Photo/Charles Rex Arbogast