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ESTADOS UNIDOS

El escándalo con Rusia y los riesgos para Trump

Desde que el FBI confirmó, en marzo de 2017, que investigaba la posible colusión entre el gobierno ruso y el equipo de campaña de Donald Trump, el mandatario ha calificado a la indagatoria como una farsa.

Rusia no me ayudó. Yo lo llamó la farsa rusa”, dijo Donald Trump, presidente de Estados Unidos.

En mayo de 2017, el encargado de la indagatoria, el director del FBI, James Comey, fue despedido, pero la investigación no se detuvo.

Tres comités del Congreso y una fiscalía especial, encabezada por el exdirector del FBI Robert Mueller, indagan si hubo contacto entre el equipo de campaña de Donald Trump y el gobierno ruso.

Desde enero de 2017, Mueller y los Comités del Congreso han interrogado a algunos de los personajes más cercanos al presidente.

Su hijo mayor, Donald Trump Jr, ha comparecido dos veces ante los congresistas, mientras que su yerno, Jared Kushner, ha sido interrogado por el fiscal especial Mueller.

Ambos se reunieron en junio de 2016 con la abogada rusa Natalia Veselnitskaya, cercana al Kremlin y quien aseguraba tener información perjudicial contra Hillary Clinton.

En julio de 2016, el FBI inició la investigación tras el ataque de hackers rusos contra los servidores del Partido Demócrata.

Ocho meses después, el buró señaló que el equipo cercano de Donald Trump estaba bajo sospecha.

En mayo, Trump despidió a Comey, y el Departamento de Justicia nombró a Robert Mueller como fiscal especial para continuar con las investigaciones.

Para entonces, el asesor de seguridad de Trump, Michael Flynn, ya había renunciado.

En junio de 2017, miembros del equipo de Mueller revelaron a The Washington Post que la investigación ya no se centraba solo en la presunta colusión del equipo de Trump con Rusia, sino en la posible obstrucción de la justicia por parte del presidente al presionar a Comey para frenar la investigación y, finalmente, despedirlo.

El 30 de octubre, Mueller acusó formalmente al exjefe de campaña de Donald Trump, Paul Manafort, y a su socio Rick Gates de lavado de dinero, evasión de impuestos y de actuar como agentes de gobiernos extranjeros.

Manafort y Gates se entregaron al FBI y están en espera de juicio.

El mismo día, el equipo de Mueller informó que un asesor de la campaña de Trump, George Papadopoulos, colaboraba con la investigación.

Papadopoulos reconoció ante el FBI que intentó organizar un encuentro entre Trump y el presidente ruso Vladimir Putin, por petición de personas cercanas al Kremlin.

El 1 de diciembre el general Flynn reconoció haber mentido al FBI sobre sus contactos con el embajador ruso, Sergey Kislyak, y aceptó colaborar a cambio de una reducción en su condena.

Aunque Trump ha asegurado en repetidas ocasiones que la investigación está a punto de terminar, el pasado 16 de enero el fiscal Mueller citó a declarar al exjefe de estrategia de la Casa Blanca, Steve Bannon.

La relación entre Bannon y Trump quedó destruida cuando se reveló que el exjefe de estrategia calificó como “traidor” a Donald Trump Jr.

Bannon es el primer miembro del equipo cercano de Trump que es citado a comparecer ante un jurado.

Si el fiscal Mueller descubre que algún miembro del equipo de campaña se coludió con el gobierno ruso, puede levantar acusaciones formales en su contra.

Sin embargo, el presidente Trump no se verá perjudicado mientras no se compruebe que el mandatario sabía de estos contactos, en cuyo caso podría ser señalado por traición.

Además, si se demuestra que Trump despidió a James Comey para librarse de la investigación, también puede ser acusado de obstrucción a la justicia.

En ambos casos, será el Congreso de mayoría republicana quien deberá decidir si inicia un juicio político para destituir a Trump.

 

Con información de Fernando Rodríguez-Foro Global
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