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ARTE Y CULTURA

Así llegaron las jacarandas a la Ciudad de México

De Japón a México; te contamos cómo llegaron las jacarandas a nuestro país

¿Cómo es que llegaron a inundar la Ciudad de México los árboles de jacaranda? Un migrante japonés está detrás de esta historia.

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Tatsugoro Matsumoto

Tatsugoro Matsumoto era un jardinero imperial en Tokio, que estudió el antiguo arte de la jardinería japonesa reconocida desde la era Muromachi (1336-1573) cuando el gusto por los jardines, los arreglos de flores y la llamada ceremonia del té hizo que mucha gente se especializara en estas artes.

El primer país latinoamericano al que llegó Matsumoto fue Perú pues su gobierno buscaba a alguien con su perfil para diseñar un jardín en este país.

Matsumoto emprendió su viaje en 1892 hacía Latinoamérica, pero antes de llegar a Perú pasó por México y le llamó la atención el aprecio especial por las flores y las plantas que había en nuestro país. Trabajó en Perú varios años pero el gobierno de Japón le pidió venir a México.

Tatsugoro fue uno de los primeros inmigrantes japoneses que arribó a México, justo un año antes de la primera migración masiva de pioneros japoneses a Chiapas en el año de 1897.

Matsumoto en México.

Fue en  Perú donde conoció un rico hacendado y minero mexicano llamado: José Landero y Coss, quién lo invitó nuevamente a México pero esta vez a su hacienda, cerca de la ciudad de Pachuca, para crear un jardín japonés. Matsumoto aceptó y decidió que quería vivir en México, viajó a Japón, vendió sus cosas y le dijo a su esposa e hijos:

“Cuando haga fortuna, regreso por ustedes”.

Nunca regresó a Japón.

 

Matsumoto y la Ciudad

Cuando Matsumoto llegó a la Ciudad de México, la Colonia Roma se encontraba en su apogeo y era de los barrios más elegantes y el preferido de los nuevos ricos. La mayoría de las casas eran muy grandes y tenían una extensión de jardín en la que surgió la necesidad de tener a alguien encargado de cuidarlos. Matsumoto, sin duda, era el indicado para diseñar y cuidar los jardines de las residencias elegantes de todo el barrio, pues más que un jardinero, era algo semejante a un arquitecto paisajista.

Su increíble trabajo comenzó a crearle fama, tanta que llegó a los oídos del presidente Porfirio Díaz, quien le pedió que se hiciera cargo tanto de los arreglos florales de la residencia presidencial, instalada en el Castillo de Chapultepec, como del mismo bosque que rodeaba el enorme castillo.

1910

En 1910 se celebra el primer acontecimiento de la independencia, el gobierno del presidente Díaz invitó a varios gobiernos, entre ellos al de Japón. La delegación de Japón en México patrocinó una importante exposición de productos japoneses en el “Palacio de Cristal” que hoy se conoce como el Museo del Chopo. A un costado del palacio, Matsumoto montó un jardín con un pequeño lago artificial que inauguraron el propio presidente Díaz y la delegación diplomática japonesa.

Ese mismo año llegó el hijo de Matsumoto a México, Sanchiro Matsumoto, quien le ayudó a administrar su negocio al que su padre no le ponía cuidado. Juntos comenzaron a crear un gran emporio con todo y las dificultades del movimiento revolucionario en México.

Jacarandas: el regalo de un migrante a los mexicanos

Al estabilizarse la situación política después del enfrentamiento armado, los Matsumoto recomendaron al presidente Álvaro Obregón (1920-1924) plantar en las principales avenidas de la ciudad de México árboles de jacaranda que Tatsugoro había introducido desde Brasil y había reproducido con éxito en sus viveros. Las condiciones climatológicas eran las adecuadas para que al inicio de la primavera el árbol floreciera, además Tatsugotro consideró que la flor duraría más tiempo que en su lugar natal ante la ausencia de lluvia en la Ciudad de México durante esa temporada.

La visión de Matsumoto fue certera, el árbol de jacaranda se reprodujo ampliamente en la Ciudad de México, al grado de considerarse flor nativa. Desde entonces podemos disfrutar de la magia de las jacaranda en los meses de marzo y abril.

Matsumoto jamás regresó a Japón se quedó en la Ciudad de México hasta 1955, el año que murió a los 94 años de edad.