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Quino antes y después de Mafalda

A Quino lo pensamos alrededor de su personaje Mafalda, sin embargo su obra abarcó otros temas críticos con humor y otros personajes.

Detrás de cada gran personaje, hay una obra desatendida

La primera vez que nació Joaquín Salvador Lavado Tejón en la ciudad de Medonza, Argentina, fue el 17 de julio de 1932. La segunda vez, el 29 de septiembre de 1964, cuando se publicó por primera vez una tira cómica donde aparecía el personaje de Mafalda. A pesar de que para esa fecha, el ilustrador y humorista ya empleaba el seudónimo de “Quino” para firmar sus trabajos, fue a partir del nacimiento de la famosa niña contestataria que su creador obtuvo fama internacional.

(Foto por Carlos Alvarez/Getty Images)

La vida breve de una niña genial

Mafalda existió durante nueve años, hasta que en 1973 Quino decidió dejar de dibujarla. Dos años después, tras el Golpe de Estado en Argentina, se exilió con su familia a Milán, Italia. Sin embargo, eso no implicó que interrumpiera su trabajo como dibujante. Hay alrededor de veinte compilaciones de su obra, aparecida originalmente en publicaciones periódicas, que no tienen relación directa con la más famosa de sus personajes. En atención a la totalidad de sus dibujos e historias, Quino obtuvo el premio Príncipe de Asturias en 2014, dentro de la categoría Comunicación y Humanidades que reconoce su continuada labor:

Desde que dejó de dibujar a Mafalda, Quino se entregó a un humor más ácido y negro, destinado en mayor medida a un público adulto y que ha ido recopilando en su colección de libros de humor. Entre los más recientes se encuentran ¡Qué presente impresentable! (2005), La aventura de comer (2007) y ¿Quién anda ahí? (2013).

Debido a una enfermedad en los ojos, llamada glaucoma, Quino cesó de dibujar definitivamente hace algunos años. En una entrevista, declaró que hizo su último dibujo en 2006, para la revista dominical del periódico argentino Clarín y siguió publicando trabajos previos. En 2009, escribió una breve carta para sus lectores, que decía:

No se tomen estas líneas, que tanto me cuesta escribir, como una despedida, sino como una ausencia temporal que espero sea breve porque no me gusta nada la idea de que mis dibujos no sigan apareciendo en estas páginas.

Desde entonces volvió a publicar material nuevo. En el marco del homenaje que le dedicó la XXXIII Feria Internacional del Libro Oaxaca, dijo que ya sólo dibujaba para dedicar libros, debido al avance de su ceguera.

A.M. El mundo antes de Mafalda

En diversas entrevistas, Quino declaró que el personaje de Mafalda surgió como complemento de una campaña de publicidad. El proyecto original nunca llegó a concretarse, pero la idea de una niña brillante, crítica y simpática siguió su curso. Su nombre provino de una novela del argentino David Viñas, titulada Dar la cara, y su visión del mundo se correspondía con varias ideas de la época, relacionadas con la resistencia frente a las dictaduras en América Latina, con las protestas estudiantiles de Mayo del 68 en Francia y con el feminismo.

El ejercicio crítico de Quino data, sin embargo, desde un tiempo anterior a la aparición de Mafalda. En su primera recopilación de historietas, titulada Mundo Quino (1963), están presentes el humor y la inteligencia, características de su trabajo más popular. En esa compilación de imágenes hay una crítica severa a la construcción de los héroes nacionales (caudillos militares, en su mayoría), al papel de la televisión como una forma de tener a la gente embobada y a una moral cristiana al servicio de la autosatisfacción y la hipocresía. Hay, asimismo, algunos trazos humorísticos que se ríen del amor romántico, de la maternidad y de la alta cultura, representada por lo general, en conciertos de música de cámara.

En una entrevista, Quino dijo que una de las razones para dejar ir a Mafalda fueron las ganas de cambiar la rutina y ampliar la gama de opciones posibles para dibujar:

Fue una cosa que me costó mucho, pero no quería que Mafalda fuera como esas historietas que la gente lee por costumbre, pero que no tienen sentido. […] La historieta obliga a dibujar siempre a los mismos personajes y en la misma medida. Es como si un carpintero tuviera que hacer siempre la misma mesa, y yo también quería hacer puertas, sillas, banquitos.

Sin embargo, debido al ambiente represivo de la Argentina de los años setenta, hubo razones políticas para cambiar no sólo de personaje, sino también de residencia. Cuando comenzó la dictadura de Videla, unas personas tiraron a patadas la puerta del departamento donde Quino vivía con su esposa. En aquellos años, Mafalda se convirtió en un símbolo de resistencia y algunas de sus ilustraciones aparecieron como junto a cadáveres dejados por los militares.

En julio de 1976, en Buenos Aires, los militares mataron a tres sacerdotes y dos seminaristas palotinos. En la foto que registra el momento pueden verse los cuerpos y, junto a ellos, un póster con el dibujo en el que Mafalda señala el machete de un policía y dice: “¿Ven? Este es el palito de abollar ideologías”.

D.M. El mundo después de Mafalda

En 1972, Quino publicó una recopilación de ilustraciones que ya no incluían a Mafalda, bajo el título de A mí no me grite. Algunos de los temas explorados en su primera antología, regresaron: el desprecio por el totalitarismo, la crítica a la burocracia gubernamental y un distanciamiento risueño de la pomposidad de las salas para conciertos, por mencionar un par de ejemplos. Entre los temas nuevos, se sumaron la reinterpretación de pasajes bíblicos, algunas tiras sobre escenas costumbristas argentina y situaciones cómicas sobre la comunidad científica.

Desde luego, en las nuevas publicaciones permanecieron varios de los trazos característicos que podían observarse en la historieta de Mafalda; sin embargo, los nuevos personajes y escenarios ganaron anonimato y con eso, posibilidades de expresión que no estaban atadas a una historia. Aunque los temas no se renovaron (siempre permaneció una crítica firme a los abusos y la desigualdad), la forma de plantearlos cambió.

En uno de sus últimos libros publicados, Quién anda ahí (2012), Quino sostuvo el carácter contestatario y nada conformista que nutrió todas sus creaciones. El motivo que une toda esta última colección es el señalamiento de la corrupción, la impunidad y el mal gobierno, insensible ante las necesidades del pueblo al que representa.

A pesar de proponer una mirada aguda frente a los conflictos sociales, los dibujos de Quino no pueden tacharse simplemente de pesimistas. El humor presente en la denuncia y el ingenio de su crítica hacen surgir una esperanza basada en el reconocimiento de situaciones cotidianas. Al presentar problemas sociales, económicos y políticos sin la solemnidad que suele acompañarlos, el artista invita a observar con nuevos ojos y, por tanto, a ver la posibilidad de la rebeldía y el cambio.

En el prólogo a la traducción italiana de la historieta de Mafalda, Umberto Eco dijo que ella era representante del continente latinoamericano y, a la vez, de las preocupaciones de la generación que vivió la Guerra Fría. De acuerdo con el semiólogo, la potencia del personaje radicaba en su capacidad de disidencia y su heroísmo revolucionario. Esas características no laten sólo en las líneas que forman a la hija pródiga, sino también en el resto de los dibujos de Quino, pensador de trazos que decidió contemplar el siglo XX y aún así sonreír.

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