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¿Qué es y cómo funciona el Internet de las cosas?

El internet de las cosas nos ha puesto en esa posición en la que cualquier objeto que pueda conectar a una red puede también arrojar información sobre quienes somos y cómo nos comportamos en distintas situaciones.

Un mundo que se comunica sin la mediación de humanos

Nos acercamos cada vez más a esa realidad futurística que vivían los personajes de series como los Supersónico o, incluso, series como Black Mirror, en donde nuestros objetos comunes prácticamente cobran vida gracias a la tecnología. El internet de las cosas nos ha puesto en esa posición en la que cualquier objeto que pueda conectar a una red puede también arrojar información sobre quienes somos y cómo nos comportamos en distintas situaciones.

Breve historia del IoT

Allá por el año de 1999, Kevin Ashton (co-fundador del Auto-ID Center del MIT) acuñó el término Internet of Things en una presentación de Procter & Gamble (P&G) en la que básicamente se describe un sistema en el que el internet y las cosas físicas están conectadas por medio de sensores. Sí, en 1999 los teléfonos, televisores y relojes inteligentes eran el futuro, ahora tenemos la sensación de que las conexiones a internet son una cosa natural y que han estado ahí siempre pero en realidad hace menos de dos décadas que comenzó nuestra relación cotidiana con el internet de las cosas.

A principios del año 2000 nacieron los primeros proyectos que conectaron internet en otros objetos que no eran computadoras. Fue en 2004 cuando comenzaron las pruebas para el GPS y ahora nuestro mundo es inimaginable sin él.

Un año después (apenas en 2005) la International Telecommunications Union publicó el primer reporte sobre el tema en el que se leía: “A new dimension has been added to the world of information and communication technologies (ICTs): from anytime, any place connectivity for anyone, we will now have connectivity for anything. Connections will multiply and create an entirely new dynamic network of networks — an Internet of Things” .

El nacimiento del internet de las cosas se declaró cuando hubo más cosas u objetos conectados a internet que personas y esta situación se consumó entre 2008 y 2009, periodo en el que el mercado de los teléfonos inteligentes también vio su auge comercial.

Apenas dos años después del nacimiento del internet de las cosas (2011), 20 casas generaban más tráfico de internet que todo el año 2008 según Cisco, la empresa californiana líder proveedora en soluciones de red, fabricante y consultora de equipos de tecnología. Entre las empresas que comenzaron (también en 2011) los programos académicos, las investigaciones y el desarrollo funcional del internet de las cosas podemos nombrar a Cisco, IBM y Ericsson.

Ese mismo año, también comenzó la complejización de las apps nativas que se podían usar en el teléfono. Éste ya no sólo era para hacer o recibir llamadas, guardar números telefónicos o programar eventos en el calendario, con la aparición de navegadores y las aplicaciones móviles como Facebook (originalmente lanzada como página web en 2007, pero con un auge mundial como app móvil en 2014), y la conexión en tiempo real, los teléfonos se convirtieron en aliados de información cotidianos.

¿Te acuerdas cuando, por primera vez, reproduciste música en tu estéreo desde tu tablet? ¿no? pues también fue en 2011, cuando el iPad vio su estabilidad tecnológica y comercial, ofreciendo conexiones con distintos objetos del hogar, tales como el teatro en casa y el refrigerador.

Para este momento de la historia, la domótica (de la unión de las palabras domus que significa casa en latín y tica de automática, palabra en griego que significa ‘que funciona por sí sola’) se convirtió en el objetivo de casi cualquier compañía que ofreciera servicios de información y comunicación inteligentes. Optimizar un hogar o edificio mediante sistemas tecnológicos marcó el rumbo del desarrollo del internet de las cosas. Gracias a tales sistemas ha sido posible resolver problemas en diferentes ámbitos cotidianos, por ejemplo, en consumo de energía, confort, seguridad, comunicación y accesibilidad.

Hoy el internet de las cosas es algo común en la vida de casi todo ser humano y, según la empresa norteamericana (líder mundial en investigación y consultoría de tecnologías de información), Gartner, para el año 2020 se estima que al menos 26 mil millones de aparatos estén conectados a internet.

Cómo funciona y para qué sirve el IoT

Que las cosas tengan internet hoy nos beneficia a todos. A nosotros como consumidores de productos cada vez más nuevos pero también a las compañías que nos los ofrecen. El internet de las cosas vino a salvarnos de la oscuridad medieval en la que estábamos sumidos cuando nos comunicábamos por medio de un fax pero también vino a llevarse un montón de nuestra información.

El internet de las cosas es un sistema de recopilación de datos que hace más fácil e inmediata la convivencia con nuestros objetos. Los datos M2M (o máquina a máquina) son el resultado de todas las conexiones entre nuestros objetos y tales resultados son susceptibles de ser analizados con fines mayormente comerciales por empresas proveedoras de cualquier servicio.

Los sistemas embebidos son el principio técnico por el que es posible la interconexión de los objetos cotidianos con el internet ya que por su naturaleza estos sistemas cubren necesidades específicas y pueden cumplir tareas en tiempo real. Las interfaces inteligentes también son uno de los componentes esenciales para el funcionamiento fáctico de los objetos con internet.

En los hogares, un ejemplo ideal del funcionamiento del internet de las cosas comienza cuando suena tu despertador por la mañana y en ese preciso instante (como en el episodio final de la primera temporada de Black Mirror) tu cafetera comienza a preparar el café tal y como te gusta. Al lavarte los dientes, tu cepillo detecta una caries y programa una cita con el dentista, tu refrigerador te dice cuáles de los alimentos van a expirar y de los que ya no hay hace una lista y los ordena el supermercado. Incluso tu propio retrete puede darte información de si algo anda mal.

En la industria, el internet de las cosas tiene una aplicación más productiva que la que tiene en la domótica. Los procesos de producción son más ágiles y eficientes y ponen a las empresas en el radar de la producción en masa. También permite conocer con mayor certeza las predicciones de venta para no perder dinero. En la ganadería, un microchip en cada cabeza de ganado puede ayudar a que el propietario sepa de las condiciones de sus animales en tiempo real y eso le evitará perder dinero con animales enfermos.

En el sector salud, la situación ideal sería que el celular envíe datos sobre nuestros signos biológicos para detectar posibles problemas de salud que, normalmente, se presentan, de manera inesperada, por ejemplo, un ataque al corazón. En estos casos la conversión de los datos que almacenaría nuestro teléfono en información útil podría salvarnos la vida.

Uno de los campos en donde se esperan grandes resultados de la aplicación del uso del internet de las cosas es en el control ambiental. Las preguntas obligadas son ¿puede el IoT revertir el cambio climático?, ¿cómo podemos usarlo para restaurar el medio ambiente? En Brasil, se lleva a cabo un proyecto piloto para reducir la tala ilegal en la selva amazónica, árboles de una área protegida han sido equipados con un chip que manda información de su ubicación en todo momento, en caso de ser talado se lanza una alerta de ubicación y los perpetradores pueden ser capturados.

Las ciudades inteligentes son otro enorme sector en el que el internet de las cosas busca su nichos. Coches autónomos, el control del tráfico por medio de semáforos inteligentes, la prevención de contingencias ambientales al reducir emisiones, la efectividad del transporte público, entre otras, son las acciones más deseables de la aplicación del internet de las cosas.

¿A qué problemas se enfrenta nuestro futuro con el internet de las cosas?

(Photo by Mark Kolbe/Getty Images)

Sin duda, el posible futuro mega conectado a internet acarrea ciertos problemas y situaciones indeseables. Pensemos en que si cada personas está rodeada por entre 1000 y 1500 objetos cotidianos, si todos estuvieran conectados a internet, la cantidad de datos que habría que procesar son infinitos. En infraestructura todavía se trabaja en mejoras pero ya existen compañías que se dedican a guardar toda la información, como Sigfox.

Para los usuarios el miedo más inminente es el de ser hackeados, que alguien pueda entrar a tu casa por medio de una fuga de información. Con esta otra revolución industrial quizá sí nos convirtamos en la galleta de Black Mirror.

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