Inicio  /  Especiales

Pornopolítica: la relación entre pornografía y política

La pornografía, en la historia, ha ayudado a atacar a los poderosos y empoderar a los invisibilizados

No hay nada en este mundo que sea más atractivo, problemático y controversial que la pornografía. La pornografía no es algo que se pueda definir fácilmente y, sin embargo, varias de sus manifestaciones en la historia han ayudado a atacar a los poderosos y empoderar a los oprimidos e invisibilizados (no hablo específicamente de la pornografía como industria sino a lo que se considera “pornográfico”). Pero ¿cómo es que representaciones que se han calificado de obscenas pueden tener un poder político tan grande?

Desde criticar a la aristocracia hasta incomodar a los sectores conservadores mostrando los senos de mujeres feministas y los cuerpos desnudos de homosexuales o cuirs (queers) en sus marchas, lo pornográfico, lo obsceno, ha funcionado como un arma liberadora y empoderadora… Pero ¿cómo es que funciona este matrimonio entre pornografía y política?

Tal vez si recordamos algunos grandes exponentes de la pornografía de todos los tiempos nos podamos dar una idea: Aretino, el Marqués de Sade, Gerard Damiano, Erika Lust o Diana Pornoterrorista podrán llevarnos de la mano por este camino.

Pornografía: una palabra incómoda

(Photo by Justin Sullivan/Getty Images)

El antropólogo franco-canadiense Bernard Arcand comienza su libro El Jaguar y el oso hormiguero. Antropología de la Pornografía con las siguientes preguntas:

¿Qué es la pornografía?, ¿Lo obsceno comienza realmente allí donde termina el erotismo?, ¿De qué depende la distinción?

Según él:

La acepción corriente define a la pornografía como una representación de cosas obscenas, es decir, de cosas que hieren deliberadamente al pudor, el cual es una vergüenza o malestar que una persona experimenta al considerar cuestiones de naturaleza sexual.

Según el investigador mexicano Naief Yehya en su libro Pornografía. Obsesión sexual y tecnológica:

Desde su invención ha sido siempre más fácil determinar la pornografía por sus efectos en quienes la ven que por su contenido. Pero como dichos efectos son meramente subjetivos, la manera en que estos serán interpretados para elaborar una definición responderá inevitablemente a la postura ideológica de quien la haga.

Como quien dice, no hay pornografía sin censura y lo que las diferentes sociedades censuran siempre ha cambiado, sobre todo con lo referente al sexo.

¿Y qué tiene que ver todo esto con la política?

La pornografía en la antigüedad: lo que contaban las prostitutas

Grabado del artista renacentista Marcantonio Raimondi (Wikimedia Commons)

La etimología de “Pornografía” procede de las palabras griegas πόρνη (prostituta) y γράφειν (grabar, escribir), es decir, es la «descripción de las prostitutas o de la prostitución».

Aunque el término no se acuñó hasta el siglo XIX en Francia, tiene mucho que ver con los primeros textos pornográficos. Según Yehya, muy probablemente la primera obra literaria de Occidente que incluía escenas con claras intenciones de estimular sexualmente al lector fue Diálogos de cortesanas, escrita entre 150 y 189 d.C. por el autor griego nacido en Siria llamado Luciano de Samosata. Es en el quinto diálogo en el que las prostitutas comienzan a hablar de sexo (en particular de tipo lésbico) y mencionan el uso de penes artificiales. Lo interesante es que esta “pornografía” es un diálogo entre prostitutas en el que hablan de distintos temas y sólo uno de ellos es el sexo.

De hecho, las prostitutas serán las grandes protagonistas de las primeras obras pornográficas y serán mujeres que podrán hablar tanto de filosofía como de política, además de ser especialistas en sexo.

Quizá quien llevó a la perfección este “arte pornográfico” fue Pietro Aretino (1492-1556) cuyos Sonetos lujuriosos acompañaron 20 placas de posiciones sexuales entre un hombre y una mujer dibujadas por Giulio Romano. Esta obra fue muy famosa durante varios siglos.

Los Sonetos Lujuriosos de Aretino (Wikimedia Commons)

Aretino fue un poeta controvertido, buscador de la novedad y fue un amante de incomodar.

Según Yehya, Aretino, además:

Usaba la pornografía para atacar las perversiones de los clérigos y la corte, pero también lo que él consideraba las aberraciones de la educación humanista.

Aretino atacaba a los poderosos pero sólo gracias a que tenía amigos aún más poderosos como el papa Clemente VII. Lo más transgresor no era sólo que Aretino describía las perversiones sexuales de los poderosos sino que lo hacía a través de la boca de las prostitutas, pues, de pronto, personajes que eran marginales en la sociedad y que carecían de una voz, se convirtieron en el “espíritu crítico de la época”.

Las prostitutas como figura central fue algo transgresor debido al carácter machista impregnado en la cultura Occidental, en esta época (y siglos después) no era común darle tantas licencias a una mujer de carne y hueso… pero sí a una mujer de ficción que dedica su vida a vivir al margen de lo establecido: nadie más sabía y podía decir lo que una prostituta (quizá sean los permisos del oprimido, el margen como horizonte crítico).

La peligrosidad de Aretino radicaba también en que, al ser pornográficos, sus textos no sólo quedaban en los círculos de la corte sino que penetraban en los estratos más bajos (el morbo siempre ha sido un gran canal para diseminar algo entre el vulgo).

Esta es una posible imagen de Aretino ilustrando otro libro suyo. (Wikimedia Commons)

México antiguo: el canto erótico ¿político?

Por otro lado, en la América antigua, resalta un canto compuesto al tlahtoani Axayacatl conocido por ser un gran conquistador y haber expandido el imperio mexica como muy pocos lo habían hecho antes que él. El canto se titula Canto de las mujeres de Chalco y es interesante por el carácter erótico, casi pornográfico con el que se le habla al tlahtoani y se le reta en un terreno en que no está probado (pues es íntimo): el terreno de la cama.

¿Acaso ya no seguirás, seguirás con fuerza?
Haz que se yerga lo que me hace mujer,
consigue luego que mucho de veras se encienda.
Ven a unirte, ven a unirte:
es mi alegría.
Dame ya al pequeñín,
el pilón de piedra
que hace nacer en la tierra.
Habremos de reír, nos alegraremos,
habrá deleite, yo tendré gloria,

Tal vez la crítica política no es obvia, pero sólo en este espacio erótico es posible retar a una figura que era intocable: el emperador de todos los mexicas.

La diosa mexica de los placeres licenciosos y los transgresores morales: Tlazolteotl (Wikimedia Commons)

Mientras que el carácter pornográfico no es claro (tendríamos que ver qué cosas eran censuradas entre los pueblos nahuas de esa época) es interesante ver el matrimonio que existe entre la afrenta hacia los poderosos y el espacio sexual (el lecho como espacio crítico).

La Revolución francesa: una revolución pornográfica

Muchos consideran la Revolución francesa como el inicio de la modernidad. Los descubrimientos y progresos tecnológicos en física, química, botánica, anatomía y medicina además de los experimentos políticos y sociales transformaron para siempre a la sociedad francesa y a todo el mundo occidental.

Según Yehya:

La pornografía representaba un acercamiento radical y transgresor al cuerpo que echaba mano de los progresos de la ciencia (de hecho no era raro el uso de un lenguaje técnico para referirse a las diferentes partes de los genitales) y por lo tanto desmitificaba procesos y funcionamientos de los órganos, reconocía la existencia del deseo femenino y descubría a personajes libertinos, tanto femeninos como masculinos, que violaban todas las reglas de la moral y los dogmas de la religión.

Recordemos que entonces, esos valores morales eran identificados con los valores que promovían los aristócratas para mantenerse en el poder y la religión institucional era vista como una alcahueta de los horrores de la monarquía.

Al igual que con Aretino, la pornografía fue utilizada para ridiculizar a los poderosos y a las élites, así como para cuestionar viejos valores morales y costumbres.

La pornografía era reclamada como patrimonio de los librepensadores, los herejes y los revolucionarios.

Fue vista como el primer paso a la destrucción del orden establecido; y no iba a ser la primera vez: cientos de años después, se sigue diciendo lo mismo de la pornografía.

La pornografía con motivaciones netamente políticas consistía en la ridiculización de los poderosos al denunciar su decadencia, sus supuestas perversiones, enfermedades venéreas, impotencia u homosexualidad, al exhibirlos en situaciones chuscas: desnudos, siendo sodomizados, felando a la servidumbre o defecando públicamente, o bien al poner en duda la fidelidad de sus esposas y la paternidad de sus hijos (que en el caso del rey era particularmente grave, ya que al cuestionar la herencia monárquica se dudaba de la legitimidad de la Corona).

De Sade: el Divino Marqués

La segunda mitad del siglo XVIII tuvo que ver con la exploración, hasta las últimas consecuencias, de las posibilidades corporales del placer; y nadie lo hizo de una manera más extrema que el Marqués de Sade (1740-1825).

Una página de Justine, una de las obras más famosas del Marqués de Sade (Wikimedia Commons)

Yehya lo describe así:

Hizo en su obra un muestrario de todas las perversiones y fetiches imaginables, así como de los métodos más abominables de tortura y asesinato empleados como formas de estimulación sexual. De Sade llevó las posibilidades de la subversión hasta las últimas consecuencias. Su ataque brutal contra la moral, las instituciones y toda tradición resultó tan perturbador que su nombre se volvió anatema para todo gobierno e Iglesia: fue quemado en efigie, encarcelado en numerosas ocasiones (una de ellas por orden directa del rey), se salvó de las balas de un padre iracundo, así como de ser decapitado.

Sade dio su nombre a aquellos que encuentran el placer en el dolor ajeno. Experimentó con las posibilidades del cuerpo humano hasta llevarlo a la destrucción. El autor de Justine o los infortunios de la virtud y de Historia de Juliette buscó algo más que la crítica política o la búsqueda de la excitación del lector.

(Photo by David McNew/Getty Images)

Después de pasar por varias prisiones, las autoridades declararon que padecía de demencia libertina y fue enviado al asilo de Charenton donde murió a los 74 años.

El final de Sade es interesante porque nos habla de una persecución contra la sexualidad que ya no tenía que ver con el pecado o la moral religiosa (y política) sino que ahora las sexualidades no “normalizadas” comenzaron a considerarse “enfermedades”. Comenzó una persecución a partir de las instituciones clínicas y muchos prejuicios morales comenzaron a “naturalizarse” con el uso de la medicina. Este uso político de la medicina no disminuirá hasta ya muy entrado el siglo XX con la despatologización de la homosexualidad, la transexualidad o “la histeria” (enfermedad que no existe y que se le atribuía a las mujeres que no se comportaban de manera “normal” en sociedad).

De atacar a poderosos a empoderar a los invisibles: post-porno, Porno terrorismo y porno feminista

Con el movimiento feminista y el movimiento de liberación LGBTTTIQ (Lesbico-gay-bisexual-transgenero-transexual-travesti-intersexual y queer), lo privado se volvió un tema público (y por lo tanto pornográfico y político).

Las mujeres mostrando sus senos como una señal de liberación, los cuerpos de hombres, de mujeres homosexuales, de travestis y de personas queer expuestos en las marchas son una muestra de cómo lo obsceno tiene un carácter transgresor. Esta vez no solo como una manera de incomodar a los poderosos (como lo ha hecho Femen en incontables ocasiones) sino como una manera de incomodar a una sociedad que se ha dedicado a reprimir los cuerpos femeninos y las sexualidades disidentes (la sociedad fue la primera en meter sus narices en la intimidad de los demás, de ahí la necesidad de exponer el tema).

FEMEN group activists with body paintings (Photo by Pablo Blazquez Dominguez/Getty Images)

El recato, el pudor, el decoro moderó/reprimió todo aquello que se salía de la norma heteropatriarcal (es decir, aquello que no obedecía a la supremacía masculina y el orden heterosexual). Aquello que se marginó se llamó inmoral, vergonzoso, irrespetuoso y obsceno.

Fue así que nacieron movimientos y estudios que comenzaron a mostrar aquellos cuerpos y sexualidades reprimidas. Uno de ellos fue el pornoterrorismo y, en el terreno de la pornografía, fue el porno feminista.

Porno Feminista: ¿cuándo se incluyó a las mujeres, realmente, en el porno?

A pesar del carácter transgresor de la pornografía, la mayoría de las veces no dejó de ser, en el fondo, un hombre hablando a otro hombre. Desde los textos políticos-pornográficos de Aretino hasta las películas porno de los 70 o los 90, la mayoría de las veces se atendió principalmente a las necesidades masculinas (ya sean políticas o sexuales).

El porno terminó siendo un reflejo de los sueños de un pene que eran realizados por otro pene para su entero entretenimiento y gozo: el objetivo del porno era el orgasmo masculino tanto del intérprete como del espectador.

Esto a pesar de que hubo películas que comenzaron a explorar tópicos tales como la satisfacción femenina, como lo hizo Garganta Profunda (1972) del director Gerard Damiano. Esta cinta no sólo fue la película pornográfica de mayor distribución y recaudación en la década de los 70, sino que se consagró como un ícono de la revolución sexual y un ícono del porno chic (periodo en el que ver pornografía se convirtió en algo con estilo y clase).

Wikimedia Commons

Pero no hubo una verdadera exploración de la sexualidad femenina (tanto en el personaje principal como en el espectador/a de porno) hasta la llegada del post porno y el porno feminista.

La gran aportación del porno feminista es el consenso como principio rector: las únicas prácticas sexuales que no deben representarse son aquellas que no se ejercitan por acuerdo común.

Incluso prácticas como el BDSM  (que incluyen prácticas sadomasoquistas) tienen cabida dentro de este nuevo tipo de pornografía. Lo que marca una distancia con la industria previa es la forma de tratar a las mujeres, tanto dentro como fuera de la pantalla.

En su página de internet, la directora de porno feminista Erika Lust, plasmó los principios de cada una de sus películas:

  • El placer de las mujeres importa
  • La diversidad es fundamental para crear un nuevo cine innovador (tipos de cuerpo, razas, géneros, edades…)
  • Pagar a cada persona de manera justa, desde los becarios hasta los artistas intérpretes ejecutantes.
  • Hacer trabajo del que nos sintamos orgullosos. No tenemos nada que ocultar porque estamos orgullosos de lo que hacemos. Los principales sitios pornográficos como Pornhub.com, Exxxtrasmall.com, brazzers.com no muestran quiénes son: no hay nombres de productores ni directores, nadie muestra la cara, no hay orgullo…
  • Nuestros shootings son en un entorno de sexo seguro, a cada ejecutante le proveemos chequeos de ITS y los ejecutantes deciden el uso de condones.
  • Cada parte de la sesión se discute y se acuerda de antemano con todos los artistas intérpretes o ejecutantes. NUNCA le pedimos a un intérprete que haga algo que no se ha acordado o que no espere.
  • Cada rodaje incluye múltiples descansos, comida y un ambiente acogedor y relajado.
  • Cada director o estudio que ofrecemos en nuestros sitios recibe comisión por la venta de sus películas.

No parece algo loco, pero en una industria que siempre se dirigió hacia la exageración y la extralimitación de los cuerpos, las condiciones laborales se hicieron cada vez más precarias, de ahí la importancia de la ética pornográfica de Lust.

https://www.youtube.com/watch?v=c_HTNGFxUIM

[Checa nuestro artículo: Feminismo y porno: ¿cómo es el porno alternativo?]

Y si el porno feminista pretende darle a las mujeres el derecho de disfrutar también del porno (y ser atendidas como espectadoras e intérpretes), hubo otro tipo de pornografía que se desarrolló, ya no para liberar el porno de consumo, sino para liberar la sexualidad y los cuerpos.

Pornoterrorismo: cuando el gozo extremo causa miedo

En el libro de Diana J. Torres titulado Pornoterrorismo, Helen Torres describe uno de los performances de Diana:

Se mueve por el escenario como si estuviera en el living de su casa. Invita a una colega a subir. Gentilmente, le pide que introduzca la mano en su vagina, que adentro hay premio. Después de rebuscar un rato, la asistenta saca un condón. La pornoterrorista lo coge, lo rompe con los dientes y de él extrae un papel arrugado. Lo estira. Es el poema «Mi vagina», que recitará mientras la ayudanta le hace un fisting vaginal. Con la última estrofa llega el orgasmo que provocará una corrida estilo géiser que salpicará las primeras filas de un público estupefacto.

Y añade:

Si hay algo que las performances de Diana J. Torres no provocan es indiferencia. Alguna gente siente violencia, otra asco. Ella les diría: «También da asco la violencia del telediario y te la tragas con la cena, Julita».

Lo que hace Diana es que nos demos cuenta de algo sencillo: normalizamos más la violencia asesina que las posibilidades de nuestro cuerpo.

Cuando el filósofo francés Michel Foucault acuñó el término “biopolítica” lo hizo pensando en los mecanismos gubernamentales que buscan “racionalizar” y “normalizar” nuestros cuerpos a través de “biopoder”, el poder político que se ejerce en todos los aspectos de nuestra vida. Desde que nacemos, nuestros cuerpos son gestionados en la manera en que venimos al mundo, sufrimos, gozamos e, incluso, morimos. La biopolítica se dedica a hacer vivir y dejar morir, crea mecanismos que producen determinados cuerpos y determinadas maneras de vida “normales”, “regulares”, “esperadas” que son conservadas frente a maneras marginales que son dejadas a un lado para que se extingan.

Para el pornoterrorismo, la única manera de acabar con esto es hacerle la guerra frontal y franca; no solo a nivel sociedad/Estado sino comenzando en el nivel mismo de los individuos. Así que se produce la incomodidad, el temor en los espectadores para que pongan en crisis la manera en que sus cuerpos han sido moldeados y normalizados.

https://www.youtube.com/watch?v=-B2wJbx9BdE

Sayak Valencia, en el mismo libro, expresa que el pornoterrorimo:

Nos muestra lo que ya sabemos, pero parecemos olvidar, obviar, evitar: el poder disruptor de un cuerpo desnudo

y añade:

El cuerpo autogestionado, el cuerpo deseante, explícito, sigue siendo escandaloso, es decir, sigue siendo político y revolucionario

De esta manera, mostrar los cuerpos que se han querido ocultar, realizando las prácticas sexuales que se han querido esconder que van desde la eyaculación femenina hasta el sexo anal heterosexual tanto por parte de las mujeres como de los hombres.

El filósofo Paul B. Preciado, en su Manifiesto Contrasexual habla, entre muchas cosas, de una reconquista del ano como un punto importante para desarticular el sistema que administra los placeres y los cuerpos.

Explica:

La recuperación del ano, como centro contra-sexual de placer, tiene puntos comunes con la lógica del dildo: cada lugar del cuerpo no es solamente un plano potencial donde el didlo puede trasladarse, sino también un orificio-entrada, un punto de fuga, un centro de descarga, un eje virtual de acción-pasión.

Es decir, a través de cambiar nuestra relación con nuestro ano podremos comenzar a poner en crisis este sistema, es a partir de él que podemos repensar los cuerpos, los afectos y la manera en que nos relacionamos con los demás.

Y sobre la eyaculación femenina, Diana agrega:

Una corrida femenina ya no es solo un acto de placer que se desborda más o menos espectacularmente. Se trata de un acto terrorista. De una venganza que arrastra siglos de orgasmos contenidos o que nunca llegaron […]. Mi chorro de corrida llega más lejos si pienso en todas ellas, en todas las víctimas de la medicina, de la psiquiatría, del matrimonio y del sistema patriarcal.

El pornoterrorismo es disruptivo y al irrumpir, restituye un agravio de cientos de años, la represión de ciertos cuerpos, la prohibición de ciertos placeres marginados.

Porno: lo que no queremos ver pero queremos decir

Desde las críticas contra los poderosos hasta el empoderamiento de los cuerpos disidentes, se ha tachado de pornográficas un sinnúmero de expresiones. Habría que distinguir entre este uso de “pornográfico” y otros diferentes usos que hay. Quizá por esto ha sido, desde hace tanto tiempo, un término tan difícil de definir. La relación es violenta pero no necesariamente negativa, hay tipos de violencia, como la represión, y hay violencias liberadoras, como las revoluciones.

La filósofa Judith Butler en su libro Cuerpos aliados y lucha política dice:

Cuando los cuerpos se congregan en la calle, en una plaza o en otros espacios públicos (virtuales incluidos) están ejercitando un derecho plural y performativo a la aparición, un derecho que afirma e instala el cuerpo en medio del campo político, y que, amparándose en su función expresiva y significante, reclaman para el cuerpo condiciones económicas, sociales y políticas que hagan la vida más digna, más vivible, de manera que esta ya no se vea afectada por las formas de precariedad impuestas.

(Photo by Manuel Velasquez/LatinContent/Getty Images)

Claramente la política es un elemento a considerar a la hora de analizar la pornografía y la exposición de “lo obsceno”.  A la hora de exponer todo aquello que ciertas políticas han querido ocultar mediante la moral, lo obsceno se vuelve un peligro, algo que debe ser ocultado, censurado (algo, en cierto sentido, pornográfico).

Lo obsceno, lo morboso, lo vulgar muestra al público lo que se cierta voluntad quiere ocultar mediante la moral: los cuerpos que reprimen las normas sexuales, los cuerpos que matan de hambre las políticas públicas, los cuerpos de los desaparecidos, de los aniquilados, de las asesinadas… son una serie de cuerpos que se exponen y que no se espera ver en el espacio público, de ahí su violencia, su obscenidad y su gran poder político de incomodar.

Entonces existe un cierto carácter pornográfico que es decididamente político y  que ha funcionado desde hace cientos de años como una forma de presentar, sin nada encima, “al desnudo” frente al censor, al poderoso, al opresor, todo aquello que quiere eliminar, controlar, dejar al margen para que muera en la precariedad.

Resta decir que, como hemos visto a lo largo de la historia: mientras los poderosos y los privilegiados permanezcan con una voluntad de ocultar las cosas a través de la moral, seguirá existiendo una práctica pornográfica de mostrar aquello que los va a incomodar.

Una especie de “pornopolítica“que entonces será definida en este caso específico por un doble proceso: la censura ideológica del “discurso corporal” por parte del poderoso o el privilegiado a través de la moral  y, por otro lado, la práctica discursiva “obscena” que muestra en el campo público lo que se quiere ocultar y lo hace de la manera más simple, desnuda, honesta, cruda, morbosa e “inmoral”.

Una pornopolítica que surge cuando se quiere descalificar la protesta de los cuerpos mediante la moral y también lo es la denuncia corporal en el espacio público: un proceso que no terminará hasta que no termine de haber una voluntad de censurar, pues solo la censura produce la pornografía.

Por @Filosofastrillo

Ilustración principal de José Aguilar

Más especiales