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¿Qué cosas inventamos en México?

México ha sido cuna de diversos inventos que configuraron la manera en que vivimos actualmente.

Hagamos un recorrido por algunos de los inventos que los mexicanos han dado al mundo:

La televisión a color no fue todo

Guillermo González Camarena, quien nació en 1917 en Guadalajara, a los 23 años inventó un sistema para transmitir señales de televisión a color. Veinte años después lo perfeccionó y lo volvió más simple. Antes de él, en los monitores de televisión sólo se podían ver imágenes en blanco y negro.

El método desarrollado por González Camarena impulsó la creación del primer canal de televisión para niños en México (por eso su apellido está contenido en las iniciales de Canal 5: XHGC); asimismo fue la semilla de programas de educación a distancia, conocidos como telesecundaria; e incluso la NASA lo aprovechó para el viaje que hizo en 1979 la nave espacial Voyager 1, con el objetivo de fotografiar a color el planeta Júpiter.

A lo largo de la historia reciente, México ha sido cuna de diversos inventos que configuraron la manera en que vivimos actualmente. En una época en la que las nuevas tecnologías se renuevan a una velocidad propia del futuro, cabe preguntarnos cuáles son las contribuciones de nuestro país al desarrollo tecnológico del mundo, cómo se regulan las invenciones en México, en qué medida el gobierno o la industria privada alientan las creaciones originales y qué ocurre con las creaciones colectivas.

Un poco de historia: tres inventos mexicanos que probablemente no sabías que eran mexicanos

(AP Photo/Bebeto Matthews)

La píldora anticonceptiva. Uno de los grandes logros en la ciencia en los que ha participado directamente un mexicano fue la creación de la píldora anticonceptiva. El 15 de octubre de 1951 Luis Miramontes logró aislar y sintetizar un compuesto químico llamado norethynyltestosterona que provocaba alteraciones en la ovulación femenina. Además de permitir que las mujeres tuvieran control sobre su salud reproductiva, la invención de la píldora atrajo una fuerte inversión del laboratorio farmacéutico Syntex para el desarrollo de investigaciones químicas en la Universidad Nacional Autónoma de México.

Jarro Negro. En 2005 un grupo de estudiantes preparatorianos del Colegio de Ciencias y Humanidades con sede en Naucalpan desarrolló un sistema operativo libre llamado Jarro Negro y distribuido por Linux. Con el tiempo, el proyecto de los estudiantes se convirtió en un consorcio dedicado a solucionar problemas de cómputo, a desarrollar, configurar o instalar sistemas de cómputo, brindar capacitación para distintas tecnologías. Todas sus actividades están basadas en el uso de software libre para disminuir los costos de licencias y permisos.

La tridilosa. En 1966 el ingeniero y activista social Heberto Castillo ideó una estructura metálica para sostener construcciones pesadas con menor uso de recursos. La tridilosa permite ahorrar 66% de hormigón y 40% de acero en su elaboración. Desde su invención esta aportación a la ingeniería arquitectónica ha sido empleada en casi un millón de metros cuadrados de construcción y está presente en edificios como el World Trade Center, la Torre Chapultepec y el Centro Médico Siglo XXI, de la Ciudad de México; así como en más de 200 puentes a lo largo del país.

La Torre Latinoamericana fue construida usando la novedosa tridilosa (Eneas De Troya/Flickr)

Otro inventos mexicanos fueron el flotador de baño (el famoso sapo), la máquina para hacer tortillas, El juego de mesa llamado “Maratón”, el rifle automático, la pintura antigraffiti e incluso un mexicano invento el primer jet-pack que funcionó.

¿Quién lleva la cuenta de los inventos en México?

En nuestro país, la instancia encargada de llevar un registro de las aportaciones al desarrollo de la ciencia o la tecnología es el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), que tiene por misión otorgar las herramientas jurídicas necesarias para que el Estado proteja los derechos de propiedad industrial sobre algún objeto y, de esa forma, permitirle a las personas que “el aprovechamiento legítimo de su capacidad creativa e inventiva promueva la inversión privada, la creación de empleos, el desarrollo económico, y en general, la competitividad del país”. El recurso jurídico para asegurar este tipo de control sobre una invención propia (o una mejora a un producto ya existente) es el registro de patente, definido por la Secretaría de Economía de la siguiente manera:

Una patente es el derecho de exclusividad que otorga el Estado sobre una invención; se tramita ante el IMPI por medio de un documento técnico que describe el avance tecnológico de la invención.

De acuerdo con cifras del IMPI, las solicitudes de patente en México, hechas por mexicanos, se han triplicado en los últimos veinte años: mientras que en 1996 sólo se registraron 386, para el año 2016, la cifra fue de mil 310 peticiones. El ámbito en que se otorgaron más patentes a titulares mexicanos durante el 2016 fue el de Artículos de uso y consumo, seguido por Técnicas industriales diversas y Química y metalurgia.

Los principales mexicanos titulares de patentes son universidades o centros de investigación, como la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Politécnico Nacional o la Universidad Autónoma Metropolitana y algunas empresas nacionales, como Grupo Petromex o Mabe. En cambio, la mayoría de titulares de patentes estadounidenses que han reclamado derechos de propiedad en nuestro país son empresas de muy variada índole: desde Colgate-Palmolive, Avon Products o Pepsico hasta Facebook, Microsoft o Apple, sin olvidar compañías productoras de automóviles o grandes laboratorios de medicinas.

(Alejandro/Flickr)

La otra cara de las invenciones en México

Un vistazo a los inventos más famosos hechos por mexicanos y una revisión somera al sistema de registro y catalogación de patentes dejan a la vista que, en nuestro país, inventar cosas suele depender del apoyo de universidades o institutos de educación y no de la industria privada. El hecho de que la invención y la mejora tecnológica o científica no reciban apoyos empresariales o gubernamentales sólo reduce el campo de acción de las inventivas personales; sin embargo, México tiene una importante tradición colectiva de métodos de elaboración de productos, profundamente relacionados con el territorio y la historia de la comunidad que participa en los procesos de producción.

Dentro del marco jurídico de nuestro sistema de propiedad industrial está la categoría de denominaciones de origen, usada para referirse a “la elaboración de productos a partir de métodos tradicionales, vinculados a las costumbres de zonas geográficas delimitadas y que se caracterizan por contener una importante carga histórica y cultural”.

En la actualidad, existen en total catorce denominaciones de origen, protegidas por la Ley de la Propiedad Industrial: el ámbar de Chiapas, el arroz del estado de Morelos, el bacanora, el café de Chiapas, el café de Veracruz, la charanda, el chile habanero de la península de Yucatán, el mango ataúlfo del Soconusco, Chiapas, el mezcal, el olinalá, el sotol, la talavera, el tequila y la vainilla de Papantla, Veracruz.

Cada uno de estos procesos es propio de la región donde se elabora, lo cual implica que el proceso de aprendizaje para llegar al resultado deseado se ha transmitido a lo largo de generaciones y familias por muchos años y, por lo tanto, les pertenece. Si pensamos en la invención como un proceso colectivo y lentamente cocinado por el tiempo, es posible que en México haya una capacidad inventiva que requiere otro tipo de comprensión.

(David Dennis/Flickr)

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