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El desfile del Día de la Victoria en Rusia: un arma política de Putin

El desfile del Día de la Victoria en Rusia se ha convertido en una arma política al servicio de Putin.

Hermanos, pensemos y propongamos
como hombres, como hermanos.
Para aquellos que pelearon honestamente
en nuestro bando,
para aquellos que se quedaron con nosotros
después de todo lo que pasó,
y que marcharon en el paso de la guerra
con un tonelada de pesares,
para las mujeres rusas, las viudas,
que vieron la muerte
y salieron vivas
con una fuerza que no se vence,
en Rusia, para ellos
debemos encontrar un nuevo nombre.

Novye Stikhi,” Znamya (No. 1, 1945). Margarita Aliger

Desde 1965, se conmemora en Rusia, todos los 9 de mayo, el Día de la Victoria. Se trata de una celebración nacida en la URSS para recordar el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Ahora, esta celebración ha tomado nueva fuerza bajo el mando de Putin con desfiles multitudinarios y demostraciones impresionantes de poder.

¿Por qué le interesa tanto al eterno presidente ruso celebrar una tradición tan decididamente soviética? ¿Por qué se hacen ahora las celebraciones más vistosas? ¿Por qué algunos consideran esta celebración como una poderosa medida política por parte de Putin?

(AFP Photo/Yuri Kadobnov)

La gran guerra patriótica

Oficialmente, la Segunda Guerra Mundial se llama la Gran Guerra Patria en Rusia. Esto se debe al enorme sentido del orgullo que sigue proyectando la victoria soviética sobre Alemania Nazi en 1945.

Las razones de este orgullo son claras: a pesar de que Estados Unidos se ha propuesto como el verdadero vencedor de la guerra, ningún país hizo el sacrificio que hicieron los rusos. Cuando los americanos desembarcaron en Normandía, los rusos estaban peleando el frente más sangriento de la guerra… y lo ganaron.

Las pérdidas de militares y civiles soviéticos asciende a 26.6 millones de personas, más que ningún otro grupo o país que participó en la guerra. Una generación fue completamente decimada y el recuerdo de este sacrificio sigue vivo.

(RIA Novosti archive/Vsevolod Tarasevich)

Es por eso que el 9 de mayo es un día feriado obligatorio en Rusia, se realizan desfiles, marchas y se hacen ofrendas al monumento del soldado anónimo.

Se trata de una celebración que no tiene detractores. Todo ruso está orgulloso del sacrificio de sus ancestros, un sacrificio que va mucho más allá de la lucha ideológica del comunismo: la pelea no fue por un sistema político sino por la libertad misma de la madre patria.

De hecho, la traducción verdadera en Rusia de отечественная война, o la Gran Guerra Patriótica, también implica que fue una guerra peleada en territorio propio, en la madre patria, en la tierra de los padres. Éste es un término acuñado desde la derrota de Napoleón en territorio ruso, es un término con historia, lleno de significado patriótico.

Estampilla celebrando el 20 aniversario de la batalla de Kursk (Wikimedia)

La invasión de Hitler

En 1941, fueron los ejércitos de Hitler, con una sed única de conquista, los que invadieron el territorio soviético. La idea era conquistar toda la Unión Soviética para utilizar a los eslavos como fuerza de trabajo gratuita, conquistar las rutas del petróleo y repoblar Europa con población aria.

La llamada Operación Barbosa fue la más grande operación de conquista en la historia: cerca de 4 millones de hombres con 600 mil vehículos armados, 7 mil 200 piezas de artillería, 3 mil 350 tanques y 2770 aviones avanzaron abruptamente hacia la frontera de casi 3 mil kilómetros que separaba a la URSS de Europa.

Nunca hubo un frente más grande y sanguinario. Cerca de 5 millones de soldados rusos murieron protegiendo el frente. En el sitio de Leningrado, nada más, hubo más de un millón de víctimas entre soldados y civiles.

Y fue el frente ruso el que decidió, finalmente, la derrota de Hitler. De hecho, los americanos y los rusos llegaron casi al mismo tiempo a Berlín, lo que dividió, famosamente, a la capital alemana.

Vista del muro de Berlín en 1984 (Wikimedia)

Una fecha rusa

Por el tiempo de guerra y el enorme esfuerzo humano que sufrió este frente, Rusia ha sentido siempre un enorme orgullo por la victoria soviética sobre el fascismo en Europa. Una victoria que lograron solos y que significó la demostración del temple soviético frente a las peores amenazas externas.

También, la fecha misma de la celebración separa a los países que pelearon la Segunda Guerra Mundial de manera significativa. Por cuestiones de husos horarios, era ya el 9 de mayo en Moscú cuando se firmó el tratado, el 8 de mayo, en Berlín. Además, los aliados consideran que el Día de la Victoria en Europa se celebra el 7 de mayo por la capitulación de Reims que pareció un insulto a Stalin:

“La mayor contribución a esta guerra fue hecha por el pueblo soviético y no por los Aliados, Así, la capitulación debe ser firmada en frente del Comando Supremo de todos los países de la coalición anti Hitler, y no nada más enfrente del Comando Supremo de las Fuerzas Aliadas. Además, estoy en desacuerdo que la capitulación no se firme en Berlín, que fue el centro de la agresión Nazi.”

Todo esto muestra que se trata de una fecha rusa que separa, con orgullo, un triunfo por el que los rusos pagaron solos… y pagaron caro.

Comandantes Aliados tras firmar la capitulación de Alemania. Reims, 1945 (Wikimedia)

¿Un símbolo comunista?

A pesar de lo significativo que el 9 de mayo, ciertos países de la ex URSS, como Ucrania, han decidido cambiar, oficialmente, el nombre de “Gran Guerra Patria” por el de Segunda Guerra Mundial. Y esto responde a un esfuerzo para eliminar los símbolos comunistas de sus festejos oficiales.

En contraste, Rusia sigue celebrando esta fecha como el Día de la Victoria en la Gran Guerra Patria. Y, todavía, se unen al desfile enormes contingentes de soldados vestidos a la vieja usanza soviética bajo estrellas rojas y demostraciones militares de patriotismo viejo.

¿Por qué le importa tanto a Putin esta celebración? ¿Por qué un hombre que ha criticado tanto al comunismo sigue celebrando sus viejos símbolos?

Wikimedia

La historia de una fiesta

No siempre se festejó el 9 de mayo en Rusia. De hecho, justo después del fin de la Segunda Guerra Mundial, la estrategia oficial del régimen para curar las heridas del pueblo era olvidar.

Posteriormente, un régimen que estaba en proceso de desestalinización, no quería que una fecha patriótica oficial celebrara una victoria que claramente era atribuible a Stalin. Y no fue hasta 1965, cuando Brezhnev revivió la celebración, creó nuevos símbolos y convirtió el monumento al soldado anónimo en una lugar casi sagrado.

Mausoleo al soldado anónimo, Moscú. (Wikimedia)

Fue también en este momento en el que se implementaron los primeros desfiles militares para conmemorar la victoria soviética. Por supuesto, esta nueva euforia por la victoria soviética frente al fascismo nació de una necesidad política. Y así lo explican Klinta Ločmele, Olga Procevska y Vita Zelče:

“La victoria como un símbolo fue usada para justificar lo que el régimen estaba haciendo -mantener una enorme armada, ayudar al “campo socialista” de otros países, militarizar la economía nacional y llevar una carrera armamentística nuclear. En el espacio público, el anti-fascismo soviético servía como una antítesis al capitalismo occidental y al liberalismo.”

Y este tipo de acercamiento parece ser el que ha impulsado las celebraciones más vistosas de ese día, ambas, durante el gobierno de Vladimir Putin.

(AP, archivo)

La fiesta favorita de Putin

En 2005, se celebró el 60 aniversario de la victoria soviética. Y el desfile fue la celebración más extravagante que se ha hecho en Rusia desde la caída del régimen soviético. Por supuesto, aquí no se trataba de justificar un socialismo que ya no existía -y al que Putin siempre se ha opuesto-.

Pero eso no quiere decir que el desfile y las demostraciones públicas no tuvieran una enorme importancia política.

La ideología patriótica y tradicionalista de Putin estaba acomodándose firmemente en el poder después de su segunda victoria electoral y estas manifestaciones de heroísmo histórico servían un gran propósito simbólico para su régimen.

(AFP)

Taras Bulba y el nuevo nacionalismo

En 2009, el gobierno de Putin pagó para que se hiciera una nueva adaptación en cine del clásico Taras Bulba de Gogol. La novela fue originalmente escrita en un momento de nacionalismo exacerbado frente a la revolución de los polacos (en 1830) y la oleada romántica que atravesó Rusia.

Y esta adaptación del clásico ha creado enormes polémicas al retomar temas de la novela y convertirlos, fuera de contexto, en un panfleto de Putin. Aquí, los ucranianos hablan ruso y se sacrifican por el bien de la madre patria en heroicas muestras de virilidad valiente. Aquí, Ucrania es una provincia rusa más y los polacos son guerreros afeminados y sin honor.

Todo esto muestra bien el espíritu propagandístico de Putin y muestra por qué es tan importante para él la celebración soviética de la Gran Guerra Patria. No es una cuestión de comunismo sino de patriotismo tradicionalista.

Y es por eso que el desfile que siguió, en la celebración 70 del Día de la Victoria, fue aún mayor.

(AFP Photo/Yuri Kadobnov)

El desfile de 2015

En 2015, en el desfile del 9 de mayo, entre los enormes misiles intercontinentales y los centenares de aviones militares que cruzaron la Plaza Roja en un recuerdo de antiguas glorias, Putin encabezó una marcha con 500 mil personas.

En esta enorme marcha, todos los participantes sostenían una fotografía de algún familiar desaparecido o muerto en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. Se trató de la llamada “Marcha del regimiento inmortal”. Putin asistió con la fotografía de su padre y dijo:

“Creo que mi padre, como millones de soldados sencillos -y él era un soldado sencillo- tenía todo el derecho a marchar en esta plaza”

Putin está mostrando así que comparte un origen con todos los rusos que perdieron a alguien en la guerra. Está creando la idea de una historia común y de una unidad rusa en torno a la memoria. Es un mensaje poderoso y que tiene, ciertamente, un efecto político.

Putin junto a Xi Jinping en el desfile del 2015 (AFP Photo/Alexander Nemenov)

El desfile de la popularidad

La popularidad de Putin llegó, en ese mismo 2015, a un récord histórico de 89%. Y esto se relaciona, sin duda, a una oposición cada vez más férrea, en su gobierno, a Estados Unidos y Europa Occidental. El recuerdo de esta victoria soviética es, así, una manera de establecer la independencia histórica de Rusia frente a occidente.

Justamente, en esta celebración del Día de la Victoria en 2015, los presidentes occidentales invitados decidieron boicotear la celebración. Ni Barack Obama, ni Francois Hollande, ni David Cameron, ni Angela Merkel estuvieron presentes. En vez de eso, asistieron solamente presidentes cercanos al socialismo como Nicolás Maduro de Venezuela, Xi Jinping de China y Raúl Castro de Cuba.

Y muchos asistentes a las marchas consideraron que este boicot se trató de un desprecio histórico.

Claro, la razón de este boicot fue, más bien, las agresivas políticas de Putin hacia Ucrania y la anexión ilegal de Crimea. Sin embargo, la expansión de la Madre Patria hacia un territorio históricamente cercano (como bien mostró la recreación de Taras Bulba) se ve con mejores ojos que el desprecio occidental a las políticas de Putin.

Mujer se manifiesta a favor de Putin en Moscú (AP Photo/Alexander Zemlianichenko)

El presidente eterno

El tradicionalismo patriótico del dirigente ruso parece mantenerlo, sin oposición, en un férreo control del poder político de su país. Y Putin parece que no tendrá ningún problema para reelegirse, el próximo año, en las elecciones presidenciales.

Esta nueva celebración del 9 de mayo mostrará, por su tamaño y su despilfarro, las necesidades del gobierno en turno. Y, en cualquier caso, la celebración de la victoria soviética parece seguir siendo una arma poderosa para la coacción del pueblo ruso.

Las victorias históricas parecen ser una poderosa fuerza para la continuidad conservadora.

Así, cada vez que Putin voltea hacia el pasado, parece asegurar más su inalterable futuro.

(Wikimedia)

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