En Escocia, Trump construyó el muro y se lo cobró a los vecinos

CIUDAD DE MÉXICO, México, nov. 25, 2016.- El presidente electo Donald Trump sí tiene experiencia en construcción de muros. No fue en la frontera con México, sino en la orilla de su exclusivo club de golf en Balmedie, Escocia, donde bloqueó a los residentes locales que se rehusaron a venderle sus casas, de acuerdo con un texto publicado por The New York Times.

 

Y después de construir el muro, Trump les mandó la factura.

 

David y Moira Milne han sido amenazados con acciones legales por los abogados de Trump, quien argumenta que una esquina de su cochera le pertenece. Un día, cuando el matrimonio regresaba de su trabajo, descubrieron que un grupo de trabajadores construía una cerca alrededor de su jardín. Dos hileras de árboles fueron plantados posteriormente, bloqueando su vista. El agua y la electricidad fueron temporalmente cortados. Y después les llegó, por correo, una factura que ascendía a 3,500 dólares, la cual, de acuerdo con el señor Milne, fue directo a la basura.

 

"México no debería pagar nada tampoco", sentenció el hombre, un saludable consultor y escritor de medio tiempo, en referencia a la promesa de Trump de construir un muro "hermoso e impenetrable" a lo largo de la frontera y forzar a los mexicanos a pagar por él.

 

El matrimonio Milne puso una bandera mexicana a ondear en la parte más alta de su casa, un antiguo puesto de la guardia costera desde el que se ve la casa del Club de Golf Trump.

 

Lo mismo pasó con Susan y John Munro, que también se negaron a vender su propiedad y ahora deben ver un muro de 15 pies de alto que fue construido por Trump en dos lados de su casa.

 

Michael Forbes, un trabajador de cantera cuya casa se encuentra en el lado opuesto de la propiedad de Trump, puso, además, otra bandera: "Hillary para presidente", en respuesta a las acusaciones del magnate, quien dijo públicamente que el señor "vivía como un cerdo" y lo calificó como una "desgracia" por no venderle su "desagradable" casa, que "parece pocilga".

 

Mientras muchos estadounidenses intentan entender qué clase de presidente han elegido, la gente de Balmedie, un pequeño poblado en las afueras de la alguna vez rica ciudad de Alberdeen, sostiene, de acuerdo con el diario neoyorquino, que ellos pueden decirles.

 

En los 10 años pasados desde la primera visita de Donald Trump, en la que prometió construir el campo de golf más grandioso del mundo en un terreno protegido con dunas de más de cuatro mil años de antigüedad, ellos han visto cómo se deshace de cualquiera que se interponga en su camino. Afirman que lo vieron ganar el apoyo público para su campo de golf con grandes promesas y después lo observaron romper cada una de ellas, una por una.

 

Prometió, por ejemplo, inversión de 1,250 millones de dólares que se convirtió, de acuerdo con sus opositores, en una realidad de 50 millones invertidos. Dijo que se generarían 6 mil empleos que se diluyeron en 95; dos campos de golf se transformaron en uno. Un hotel de lujo con 450 cuartos que nunca se materializó, como tampoco vieron los 950 condominios de tiempo compartido. En su lugar, una mansión que ya estaba en el lugar se transformó en un hotel boutique de 16 habitaciones. Por si fuera poco, el Campo de Golf Trump, que fue inaugurado en 2012, perdió 1.36 millones de dólares en 2015, de acuerdo con cuentas públicas.

 

Si los estadounidenses quisieran saber qué les espera con la administración Trump, "deberían ver lo que pasó aquí. Es una predicción", afirmó Martin Ford, un representante del gobierno local, a los reporteros de The New York Times. "Es lo mismo que está haciendo en Estados Unidos, pero en una mayor escala. Engaña a la gente y a los políticos, hasta que obtiene lo que desea, y después rechaza muchas de las cosas que prometió."

 

Alex Salmond, un antiguo primer ministro de Escocia cuyo gobierno facilitó los permisos a Donald Trump en 2008, ignorando las advertencias locales, ahora concede que "Balmedie se devaluó a 10 centavos de dólar".

 

Sarah Malone, quien ganó la atención del republicano tras llevarse el primer lugar en un concurso de belleza local, es ahora vicepresidente de Trump International y defiende el proyecto del magnate con el argumento de que se han invertido 125 millones de dólares y que el campo de golf emplea a 150 personas.

 

"Mientras otros campos de golf y proyectos de descanso se quedaron sin fondos, el señor Trump continúa adelante con sus planes y ha puesto la región en el mapa del turismo global, y su centro de veraneo en la playa juega un papel vital en la prosperidad económica del noreste de Escocia", defiende.

 

En contraste, Salmond asevera que el impacto de Trump en los negocios de Escocia ha resultado negativo por sus comentarios xenofóbicos sobre el Real y Antiguo Club de Golf San Andrés, que horrorizaron al establishment escocés.

 

Trump, cuya madre nació en Escocia y emigró a Nueva York en 1930, nunca mostró gran interés por el lugar de nacimiento de su progenitora, hasta 2008, cuando buscó los permisos para instalar el club de golf, y aprovechó para visitar la isla en la que ella creció.

 

Después de descender de su avión privado con algunas copias de su libro Cómo volverse rico, dijo a los medios que se sentía "muy cómodo", antes de pasar menos de dos minutos con sus primos en el hogar de la infancia de su madre. En menos de tres horas, el jet privado voló de regreso.

 

La visita no impresionó al señor Ford, a la sazón presidente del comité de planeación del Concejo de Aberdeenshire, quien se negó a otorgar el permiso para la construcción del campo de golf, con el argumento de que el suelo que pretendía ocupar el empresario era de "interés especial para los científicos" o, en palabras del funcionario, "es el equivalente escocés de la selva amazónica".

 

Salmond, quien se describe como fanático del golf, salió en defensa de Trump, garantizando que se concediera el permiso por "interés económico nacional".

 

"Seis mil empleos en todo Escocia, 1,400 de los cuales serían trabajos permanentes para gente de Belmedie, son factores que superan las preocupaciones ambientales", argumentó en ese momento.

 

Ocho años después, Salmond afirma que "si supiera lo que hoy sé y tuviera la habilidad para volver en el tiempo, reescribiría esa página". El problema es que "Donald Trump no hizo lo que prometió".

 

Poco tiempo después de obtener el permiso, Trump volcó su ira sobre Salmond, primero porque se negó a desalojar a los residentes para concederle la propiedad y después porque se enteró de los planes para instalar turbinas de viento a pocos kilómetros de su campo de golf.

 

"Si Escocia no detiene su insana política de instalar turbinas de viento obsoletas y asesinas de pájaros, el país será destruido", tuiteó Trump en 2014.

 

En una audiencia parlamentaria sobre energía renovable, en 2012, Trump advirtió que Escocia se metería en serios problemas si continuaba la instalación de las turbinas. Cuando los legisladores le solicitaron evidencia, respondió: "Yo soy la evidencia".

 

Entonces presentó una queja formal contra políticos del Partido Verde, que se burlaron de su declaración con una imagen de la cinta La vida de Brian, de Monty Python, acusándolos de blasfemos y de que lo amenazaron con llevarlo a la Corte.

 

Las turbinas de viento, cuyos cimientos estarán listos en 2017, aún molestan a Donald Trump. En una junta después de su triunfo, urgió a Nigel Farage, líder el Partido Independentista, que no obtuvo un solo escaño en el parlamento escocés, a que dé la batalla contra esta instalación.

 

"Creer realmente que esa conversación con Farage acerca de la energía renovable cambiará la política gubernamental de Escocia está fuera los límites de cualquier posibilidad", afirmó Salmond.

 

Como candidato presidencial que fue captado alardeando de sus asaltos sexuales a distintas mujeres, Trump encontró poca simpatía entre los líderes políticos de Escocia, que son mujeres en su mayoría.

 

Nicola Sturgeon, sucesora de Salmond, dijo que los comentarios de Trump son profundamente aborrecibles y los despojan de su membresía en la red de negocios Global Scot. Kezia Dugdale, quien dirige el Partido Laboral Escocés, comentó que un misógino ocuparía la Casa Blanca, cuando supo que el republicano había ganado la elección; mientras que Ruth Davidson, líder de los Conservadores Escoceses, lo describió como un hombre con "gónadas de barro; un tonto patético".

 

Y en Abeerdeen, donde hace una década la opinión pública se volcó en favor de Donald Trump y su campo de golf, la Universidad Robert Gordon anuló el grado honorario que le habían concedido después de sus declaraciones acerca de los musulmanes en Estados Unidos.

 

Algunos residentes de Balmedie son fieles a Trump y lo defienden, como Stewart Spence, propietario del exclusivo hotel Marclife, que tiene una fotografía con el empresario en el lobby de su negocio y presume su membresía honoraria del campo de golf.

 

"¿Cuántos turistas atrajeron las dunas? Ninguno", dice Spence. "Lo que él ha hecho es construir un hermoso campo de golf que puso el noreste de Escocia como un destino sorprendente."

 

En la campaña presidencial en Estados Unidos "hizo un fantástico trabajo de ventas", asevera.

 

Hasta hace seis años, los Munro veían decenas de kilómetros de campo abierto desde la ventana de su cocina. Ahora sólo encuentran la cerca de 15 pies de alto que construyó el equipo de Trump.

 

"Ese señor tiene algo con los muros", opina el matrimonio. "Esperamos que Estados Unidos tenga una mejor experiencia que Balmedie."

 

 

 

 

 

tfo